domingo, 21 de febrero de 2010

CARTA ABIERTA A UN CANDIDATO A RECTOR

He oído con alborozo tus manifestaciones en el Campus de Espinardo ¡Por fin tenemos candidato “progresista”! Haces muy bien de no hablar de “izquierdas”, te restaría votos; aquí todo es Centro. Trasmites esperanza, ilusión, seguridad... Ahora sí que me lo creo, yo estaba escéptico, ¡tantas veces me habían engañado ya!, pero ahora se nota que va en serio.
Indudablemente tú eres el mejor, conoces la universidad al dedillo, ¿cuántos años estás ya en puestos de gobierno? Has participado en el gobierno de la UMU con el Rector Soler el Grande; con Roca, con Monreal… Te lo sabes todo: estrategias, habilidades, compromisos, riesgos, pactos...; conoces todos los modelos y has aprendido todos los trucos. Sólo te falta aplicar técnicas de “marketing”. En este sentido, te recomiendo que cuides el eslogan. Debes trasmitir dos cosas: que bajo tu mandato la universidad no sólo será excelente, sino también decente. E+D, excelente más decente.

Di alto y claro por qué quieres ser rector. En este aspecto, no debes aducir motivos personales, no queda bien, aunque sea la razón última que te lleve a luchar por “el sillón”. Debes expresar, por el contrario, que todo va a cambiar: se resolverán los problemas que tienen los PAS, se acrecentarán los recursos para que los profesores puedan investigar en condiciones, se acabará con el apadrinamiento en el tema de plazas, se va a desterrar la filosofía del éxito basada en la imagen, y se promoverá la Universidad de las ideas, del debate, de la tolerancia, de la libertad de expresión.

Debes mostrar que eres el Candidato con mayúscula, y que como tal te comprometes a que desaparezcan ciertas prácticas propias del antiguo régimen; que vas a mostrar tolerancia cero a las irregularidades que se observan en algunos departamentos o servicios. Esto te dará votos, porque somos muchos los que estamos desconcertados al ver que hay “mandarines” que operan como si de una finca privada se tratara. Tú no sólo eres excelente, sino también decente.
Comprendo que no es fácil ilusionar a la gente para trabajar en un proyecto de cambio, cuando otros ya hablaron este lenguaje y después su mandato resultó ser una completa decepción. Pero si quieres ganar a tus contrincantes tienes que ilusionar, encantar, seducir, prometer, incluso “embaucar”, no hay más remedio. Tienes que mostrar tus cartas: valores, argumentos, razones... Has de aparecer como el depositario de un secreto capaz de transformar la universidad.

Me acaba de llamar una periodista: “Me han dicho que vais a presentar un candidato, porque no hay ninguno de “derechas” ¿Cómo que no?, le he dicho, todo depende del tipo de compromiso que adopte. Esta terminología, (derecha-izquierda), apenas se utiliza en le Universidad; además resulta ya obsoleta incluso entre los políticos, a la hora de definir al personaje. Pero sí cabe decir que entre las gentes de derechas y las de izquierdas, -utilizo la terminología convencional-, hay una diferencia que considero importante: los primeros tienen una memoria familiar, los segundos colectiva.

La universidad de la que vas a ser Rector, tiene sobre todo un problema: los profesionales que “quema”. Es el momento de que tú, como próximo rector, (serás rector, no lo dudes), te comprometas ante una situación que no se puede sostener. Si es así, puedes contar con el apoyo de un amplio grupo de profesores y PAS, (muchos ya estamos coordinados), que desde hace tiempo se encuentran indignados, y decepcionados, pero también dispuestos a combatir por una universidad digna de este nombre.
No sé si contestarás mi carta, pero creo que debes hacerlo. Atentamente.
José Buendía. Profesor de la Universidad de Murcia.
Temporalmente: California EE.UU.


jueves, 18 de febrero de 2010

Universitarios quemados

En estos días, debo decidir cómo llevar a cabo el nuevo curso, (Febrero-Junio 2010), y me encuentro otra vez frente al problema de siempre: ¿qué deben saber los estudiantes para obtener una buena preparación?

Entre mis colegas hay opiniones para todas los gustos; algunos piensan que basta con “imponer” un buen manual y seguirlo en clase, capítulo tras capítulo; de esta forma los alumnos, -si quieren superar la evaluación-, han de memorizar teorías, el nombre de los autores más relevantes y los resultados de algunas investigaciones. Otros prefieren “recomendar” sus propios apuntes y muy especialmente los contenidos que han podido ser tratados en clase; con esto tienen garantizado el aprobado quienes logran "empollar" los apuntes tomados en clase, pero también quienes “pasando cantidad” de la disciplina, de las clases y, lo más legítimo y conveniente a veces, del propio profesor, engrosan la cola de la fotocopiadora, quince días antes del examen ¿puede un alumno aprobar y sacar nota incluso sin haber leído un libro en todo el año?

Por su parte, los alumnos, buenos chicos, se adaptan con prontitud a cada caso, (“cada maestrico tiene su librico”), no suelen hablar ni cuestionar nada. Estos jóvenes universitarios son tan buenos que soportan estoicamente lo que les echen. Y ahora, un paso más. Supongamos, -demasiado suponer-, que el estudiante consigue por este procedimiento conocer los contenidos fundamentales de la materia; estamos entonces ante una situación que es objeto de más preocupación, si cabe, para muchos de nosotros: no leyeron directamente los libros, la obra original; y para entender a un autor es imprescindible leerlo directamente, penetrar su lenguaje y observar los diferentes aspectos y algunas relaciones en las que no habíamos pensado nunca. Y más todavía, pasaron por las aulas universitarias sin aprender a pensar. No disponen, por tanto, de una opinión personal; ¡es como si hubieran perdido la esencia, como si les hubieran arrebatado el alma! Podrían llegar a ser después, un peligro social.

Sin embargo, todos los graduados en cualquier carrera pasaron, claro está, por una Facultad o Centro ¿con patente de "calidad"? Esta es la palabra mágica, tan manoseada ya por empresarios, políticos, publicistas, rectores... Se pretende “vender” un producto. Se trata sobre todo de parecer, no de ser.

Y este es el drama que quema a tantos alumnos y profesores universitarios. Pero aquí no ocurre nada, se evalúa al profesorado cada dos años, y los alumnos tienen oportunidad entonces de expresar sus opiniones. Las opiniones de los alumnos son eso, opiniones. No sigo, lo mío también son opiniones. Ahora lo que realmente interesa es la vuelta a unas clases de calidad. Hay que saber sobre todo vender imagen ¿Aquello?,que no se sepa, que no se diga, que no se note, es decir, estilo universitario.