lunes, 28 de abril de 2014


Los Rectores también Lloran
                                                              
Las primeras páginas de algunos periódicos nos sorprendían  con la foto de un hombre llorando. No es corriente, no es usual, sobre todo si las lágrimas son de hombre, y además ese hombre tiene poder, ya sea social, económico o político. Según se decía después en letra pequeña, las lágrimas eran la expresión de un amor, de un compromiso de “responsabilidad”. Se me hizo un nudo en la garganta.

Mi generación es una generación de niños de la post-guerra a los que se les inculcó hasta la saciedad que nunca deben llorar, porque “los hombres no lloran”. Pero yo había visto llorar al entonces ministro de la gobernación, Fraga Iribarne, al presidente Arias Navarro y no hace tanto, también a José María Aznar. Ya veis que no me gusta el cuadro, y más cuando se nos dice que las lágrimas se producen por amor,  precisamente al tener que dejar la dirección de un “lugar santo”, “descálzate porque el lugar que pisas es lugar sagrado”. Son palabras de Rector.
¡Qué torpeza la mía!, más de treinta años en la universidad y todavía no me he descalzado. Que nadie lo tome a mal, no ha sido por irreverente sino por ignorante. No sabía, y aún no acabo de enterarme, el suelo que piso. ¿Captáis el mensaje?
El Rector de  Murcia, José Ballesta,  llora, -esta vez a lágrima viva-, al dejar el puesto de Rector “porque mi tiempo de silencio se acerca”. Se me hizo un nudo en la garganta, repito. Uno también tiene su corazoncito, ¿o no?
Las lágrimas de rector no son  lágrimas cualquiera, por eso me han llevado a pensar en la reina de Tebas, que reaccionó  con un llanto desmedido e inagotable ; en Hiria que también se deshizo en lágrimas, y sus lágrimas, formaron el lago Hiria; o en Aurora, diosa romana del amanecer,  que llora cada vez que el sol se levanta.
Y ¿por qué lloran los rectores, si todo les fue tan bien? ¡Ya lo tengo!: quienes no lloran han renunciado a toda esperanza de que sus deseos se cumplan. Mientras que los que hoy lloran es que aún tienen grandes deseos. Sin deseo no hay lágrimas.
Algunos  rectores lloran cuando tienen que dejar el sillón; pero todos tienen motivos más graves para llorar, cuando observan:
-que la universidad camina hacia un futuro incierto.
-que su estructura legal y organizativa deja espacios para la impunidad.
-que existe todavía un sistema de apadrinamiento que genera relaciones de vasallaje.
-que predomina una concepción mercantilista de la universidad tan sólo concebida como medio para obtener un empleo.
-donde la filosofía del éxito está basada en la imagen.
-y donde es necesario jugarse el tipo si se quiere ejercer la libertad de cátedra.
El llanto de los rectores está más que justificado, al ver la universidad que dejan.  Es el caso del rector de Murcia, que bien puede llorar ahora sus errores y su propia incompetencia. La ex-rectora de la UNED también“llora”, cuando Juan Gimeno, sale candidato con más apoyos que ella, después de fuertes desavenencias. Y el rector de Salamanca “llora” todos los fines de mes, porque se las ve y se las desea para poder pagar al personal, dada la herencia recibida de su predecesor. Todos los rectores de alguna forma tienen motivos para llorar, por no haberse enfrentado a un sistema que no se puede sostener.

Pero ¿de qué sirve llorar? Yo estoy convencido de que resolveríamos los males de la universidad, si saliendo todos a la calle y poniendo a la luz nuestras penas, nos pusiéramos en común a llorar. No basta curar la peste, hay que saber llorarla.
 Después, estaríamos en condiciones de cambiar de arriba abajo el sistema. La LOU no lo va a hacer, porque no es una ley progresista. Siempre les faltó a los gobiernos del PSOE valentía para arreglar el pozo negro de la universidad. ¿Tan difícil es hacer una ley capaz de transformar la estructura legal y organizativa  de la universidad pública, donde quede garantizada su autonomía, y capacidad de acción;  al mismo tiempo, que se establecen  mecanismos estrictos de rendición de cuentas?
En cualquier caso, algo debemos hacer nosotros para consolar a quienes tienen el corazón partío… 
NOTA
Este artículo, recobra plena actualidad hoy, cuando el cambio de sillón en la UMU, invita al llanto.

Tribuna de EL MUNDO 7-12-2005.


viernes, 25 de abril de 2014


El "primer acorde" de Orihuela   

 Pedir una auditoría, evidencia inmadurez”, escribe Cesar Oliva en la Verdad de hoy domingo 20 de abril. Se refiere César a unas declaraciones del Nuevo Rector, José Orihuela, anunciando que llevará a cabo una auditoría para saber a qué atenerse al inicio de su gestión. “Entrar en la Convalecencia poniendo en duda la honestidad del anterior rector es un asunto enojoso”, sigue diciendo;  y sugiere a Orihuela “contar 100 antes de decir lo primero que se le viene a la boca…”

César trae demasiada música, y desafina al equiparar una auditoría con poner en duda la honestidad del anterior rector. No sé si es necesaria  una auditoría o no; pero llama la atención que algunos se pongan nerviosos nada más nombrarla. No porque las cuentas vayan mal, no, no; sino porque hay que garantizar el llamado estilo universitario, es decir que no se diga, que no se sepa, que no se note. Todo debe sonar de manera perfecta.

Así  sonaba el primer acorde del concierto hace ocho años, cuando alzaba la mano Cobacho como nuevo director . Todo era impecable, aunque la procesión iba por dentro. La grave situación económica que dejaba el rector Ballesta, -siempre silenciada-, se convirtió en pesadilla, pero Cobacho tenía claro que “el primer compás debe ser inmaculado”.

POST DATA: El Rector Orihuela se encuentra con una contabilidad modélica en la UMU. Gracias al trabajo riguroso del profesor de Economía, Antonio Calvo, el equipo saliente no deja deudas. Si es así, este profesor, -rector en la sombra para estos temas-, bien merece un reconocimiento, que no he visto por ningún lado.

martes, 1 de abril de 2014



El Penúltimo Rector

Ante la confusión generada por los candidatos a Rector, he acudido a Nostradamus para encontrar clarividencia. Efectivamente allí está todo:

“Cuando la litera volcada por el torbellino, y los rostros estén cubiertos por sus mantos, entonces blancos y rojos jugarán, al revés”.
La litera hace tiempo que está volcada, y todo está revuelto por el torbellino. Los rostros están cubiertos y nadie sabe quiénes son los blancos y quiénes los rojos.

“El sucesor vengará a su amigo, pero poco tiempo durará su reino”.
Cuatro años a lo más se podrá aguantar”.  “El gran segundón pondrá fin a la carrera”.

Es decir, quedan dos rectores por venir a la UMU; éste es el penúltimo. Y el último Rector será el segundón de ahora.
Después todo será Universidad Privada.

Post Data:
Desde que empezó el proceso de elecciones a rector, he publicado en el Blog algunas  reflexiones, con la intención de que ayuden a mejorar la Universidad. Hoy digo adiós a este tema monográfico, esperando que sonrías con la profecía de Nostradamus.