¿“Espíritu
Universitario”?
Es el último día, y
algunos presentan candidaturas a Premio Loustau al “Espíritu Universitario”. Ojalá se lo concedan.
Pero, por mi parte,
solo puedo decir que no entiendo de
premios, y mucho menos de “espíritu universitario”.
Es verdad que cada vez que tiene lugar un Acto Académico solemne se le nombra y
se nos recomienda permanecer bajo su patrocinio. Pero, tal vez por incapacidad,
yo no me entero. Me resulta familiar el “espíritu
santo” desde que era un crío; pero el “espíritu
universitario” para mí sigue siendo
un misterio. No he podido verlo, ni
oírlo, ni siquiera sentirlo ¡Ya me gustaría que me poseyera!, pero por
lo visto no lo merezco.
Y
hay más: he de confesar con rubor y azoramiento,
que dudo de su existencia. No creo en el
espíritu universitario. En esta Casa no hay espíritu que valga, y nunca
descendió “a guisa de pájaro columbino” sobre
las cabezas de los más sabios y prudentes de una institución tan secular. Quiero
que me entiendan bien: yo tengo creencias, ¡faltaría más!, y una de las más
firmes es en“el espíritu” ¿Cómo si
no, podría contar con resiliencia
adecuada para hacer frente a chanchullos
llevados a cabo con estilo universitario; es decir, sin que se sepa, sin que se
diga, sin que se note?
Pero
el “espíritu universitario” es otro
cantar. Muchos piensan que existe, porque experimentan una quietud desmedida en
el Campus. Y un rector apostilla para aquietarme también a mí: “Chanchullos ha habido siempre” ¡Pues
lleva razón este rector! El espíritu universitario, aquí y ahora, es el triunfo
de la mediocridad, y por lo tanto no cabe dudar de su existencia.
Durante los
últimos años, he logrado quietud universitaria. Ocupo tiempo leyendo a
Shakespeare que, como el puré de patatas, no cansa nunca. Pero desde hace unos
días, no se me va de la cabeza: ¿será posible que el espíritu universitario
exista (hóstem repéllas lóngi-us) y esté ahora recluido en alguna
Facultad?