sábado, 30 de mayo de 2009

EL RETORNO DE LOS MUERTOS

Con el retorno de los muertos, me estoy refiriendo a una persecución psicológica, y por lo tanto omnipotente ante la que no es posible escapar. La víctima de muerte violenta, no quiere estar muerta, y retorna amenazante una y otra vez. Sepa el lector, que no son invenciones mágicas o cuentos chinos, sino algo que tiene lugar en el mundo interno de la persona que mata, según los estudios realizados en psicología analítica.

En la literatura, en el cine, y el arte en general, aparece el fenómeno de forma persistente y reiterativa: Antígona con su insistencia en una demanda incondicional: el entierro apropiado de su hermano; el padre de Hamlet, que vuelve de la tumba con la demanda de que el príncipe vengue su muerte; y los acontecimientos traumáticos de la Guerra Civil, el Holocausto o el Gulag son casos ejemplares del retorno de los muertos. Las sombras de las víctimas, continúan persiguiéndonos como muertos-vivos.

Pero, ¿por qué vuelven los muertos? La respuesta es que no están bien enterrados. El retorno del muerto materializa una cierta deuda simbólica que subsiste más allá de la muerte física. Precisamente, el rito funerario ejemplifica la simbolización: a través de él, el muerto es inscrito en el texto de la tradición simbólica, y se le asegura que seguirá vivo en la memoria de comunidad.

A lo largo de mi vida profesional he conversado con personas que habían matado. Nunca he visto un hombre tan abatido como el autor de un crimen perfecto: el crimen en este caso permanece oculto todavía, mientras él pasa por ciudadano honorable. No fui al juez a denunciar a mi cliente, porque de lo contrario ¿quién acudiría a un profesional a contarle tan inusitados secretos? Pero el fantasma de su amigo-muerto, me contaba, alcanza dimensiones gigantescas; y ya necesita de una manera apremiante, hacerlo público para aplacar al muerto, que no está bien enterrado.

Por mi parte, puedo decir que creo en la posteridad. No es algo que imagine, sino un instinto. Y me parece una estupidez lo que algunos "vividores" dicen: que no se debe pensar en la muerte. Precisamente es el miedo a la muerte, lo que origina que muchos se aferren al dinero y al poder; se afilien a sectas o profesen creencias infantiles; en definitiva que no respeten la vida.

miércoles, 13 de mayo de 2009

UN RECTOR DE CUERPO ENTERO

Dimensiones: 2.40 x 2.00
Inmenso, infinito, hermoso, genial…, así es el Cuadro. Y, ¡lo que son las cosas!, retrata y perpetua, precisamente, a un personaje sencillo, sobrio, desinteresado, natural… A partir de ahora habrá que ir de vez en cuando a Convalecencia, aunque sólo sea para contemplar al rector del Cuadro, con mayúscula. No en vano es de cuerpo entero: mide 2.40 x 2.00, según me dicen los encargados de la exposición. Es decir, tan grande como la gestión de ese rector.
Pienso que no debe pasar desapercibida esta Obra Pública. Ya estuvo expuesto en el Museo de la Universidad, pero muchos esperamos con ansiedad que lo cuelguen. Debe estar cuanto antes en el lugar más digno de la UMU.
Una nueva ruta de peregrinaje se abre para viajeros, bohemios y adictos al análisis no tanto de las obras de arte, sino de los personajes inmortalizados en ellas ¿Es posible viajar a París y no ver la Gioconda? Creo que no me equivoco al afirmar, que en adelante será prácticamente imposible visitar la Universidad de Murcia sin ver el Cuadro.
¡Míralo, y dime qué ves! Se agolparán en tu mente imágenes sin cuento, referidas a la gestión económica, creación de nuevas plazas, promoción presurosa de los más fieles…, como nunca había ocurrido hasta entonces. Todos somos deudores, no cabe la menor duda, de quien pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, vestidos los dejó...
Alguien, -muy listo él-, graduado en Harvard, me habla del tamaño de los demás cuadros, ahora en situación de inferioridad; de la gestión de otros rectores que también hicieron aportaciones inestimables..., pero no hay color. Rector con mayúscula sólo hay uno en esa Galería, para enojo de politeístas.
Miro de nuevo el Cuadro y sonrío casi sin darme cuenta, casi alegre, algo aliviado. Y mi sonrisa me acerca más a los cientos de universitarios bienintencionados, capaces de apreciar
lo grande, lo bueno, lo bello.
Perdimos un rector como se pierde un pájaro, como se roban rosas rojas; pero nos queda el Cuadro. El personaje, -hoy travestido en político-, pasará a la historia por engrosar las arcas de la universidad pública. Nunca abandonó la hacienda. Bien merece ahora un cuadro de tales dimensiones.
Le perdimos como se pierde el tiempo, porque estaba de dios. Y un pájaro dejaba de cantar en este bosque, donde danzan los ecos de tantas voces doctas. Pero nos queda el Cuadro. Esta vez de cuerpo entero.