Mendoza, Ballesta y Sánchez
Mendoza
es santo, Ballesta piadoso y Pedro Antonio Sánchez converso por mor de la
justicia. Esta trinidad produce sosiego y da esperanza. Claro que estamos
hablando de diagnósticos diferenciales, pero los tres tienen algo en común:
Rezan, lloran y les fascina el sillón. Homines tamen.
Ante
la adversidad, lo mejor es rezar. “La oración todo lo alcanza”, y si no a las
pruebas me remito ¿hay mayor logro que el poder? Lo consiguieron gracias a su
plegaria. El dueño y señor de la UCAM tiene unas prácticas de piedad tan
asombrosas que para mí las querría yo. Ballesta es piadoso, pero sobre todo
sabe conjugar de rore coeli y de pingüidine terrae. Y Pedro
Antonio invoca a todos los santos para librase de ser imputado, consiguiendo la
dádiva de un sillón permanente ¿No les parece sobrenatural?
Estas
tres figuras también dedican su tiempo a llorar, produciendo reacciones de
ternura y compasión en crédulos e incautos.
Mendoza
se emociona ante su prole, pero lo que desencadena el llanto es el estipendio
que generosamente le llega como el maná desde altas instancias. Sin afán de
lucro ha montado una universidad de
kikos, que le da cien vueltas a
todas las de su entorno ¿Cómo si no
Concejales y Consejeros, -hasta ahora sin estudios-, asistirían a sus aulas?
Estos “ejecutivos” han sabido escoger la excelencia, cuando ya tienen
garantizada la decencia.
Por
su parte, Ballesta es un fuera de serie, incluso cuando llora. Durante los años
de mandato como Consejero, publicó más que nunca, quitándose horas de sueño,
¡que duda cabe!, ya que el cargo no deja tiempo para investigar. Unos colegas
me pasan el currículum que ha cosechado, y les aseguro que
impresiona. Quieren estos veteranos profesores, que sea mi pluma quien dé a
conocer las maravillas de un personaje que abandonó la academia demasiado
pronto ¡Una gran pérdida para el avance del conocimiento!
El
tercer personaje de esta santa trinidad, es inagotable evocando a la reina de
Tebas. Produce enternecimiento ver el Presidente murciano con su “inocencia”
a cuestas y un llanto opaco por los platós de televisión. Seguro que el
beso que acaba de dar a la cruz de Caravaca,
iluminará a quienes tienen en sus manos el futuro de un hombre adicto al
poder.
Son
líderes muy distintos, pero los tres tienen lo que hay que tener: devoción,
poder y lágrimas. Y por si faltaba algo, el Jubileo de Caravaca les dejará
limpios como una patena.