NO FUE PUTA
La iglesia siempre tuvo miedo al
personaje. Las controversias surgidas en
la primera comunidad cristiana por su liderazgo y el papel como mujer en la iglesia han llegado hasta nuestros
días. Y ¡qué casualidad!, el Evangelio de María, escrito a comienzos del siglo
II, desaparece durante quince siglos, hasta que un único ejemplar fragmentario
vio la luz a finales del siglo XIX en traducción copta. El criterio de Pablo de
Tarso se había impuesto desde el principio, dejando claro quién lleva los
pantalones.
¿Qué intereses había en juego
para ensombrecer de esta manera la imagen de María de Magdala? Ella había
estado presente en la crucifixión y en el entierro, y después es el propio
Jesús quien le encarga dar la buena nueva. Las tradiciones evangélicas
primitivas le otorgan una posición prominente entre los seguidores de Jesús.
Pienso, con Leonardo Da Vinci,
que es ella la que está a la derecha del
Maestro durante la Cena. Ella fue la mujer escogida; independientemente de que,
-como han escrito algunos autores heterodoxos-, viviera o no una apasionada
historia de amor. El colegio apostólico primero, y el colegio cardenalicio
después, se encargaron de ocultar su verdadera identidad para quitar de en
medio a una mujer tan influyente. No hay fundamento histórico ni bíblico alguno
para afirmar que fue prostituta, y por lo tanto nada tienen que ver con la Magdalena otras
supuestas Marías con rol de pecadoras
arrepentidas y penitentes. La importancia del Evangelio de María reside en que
nos permite apreciar el liderazgo de las mujeres; pero al final se impuso la
autoridad patriarcal y jerárquica.
Esta mujer defenestrada sin
contemplaciones por el machista de Tarso, mantiene un vínculo muy especial con
el Maestro. Una prueba de amor indiscutible es que Jesús resucitado,
-cualquiera que sea la interpretación que se haga de este fenómeno-, aparece
ante ella en primer lugar. Cuando una persona se encuentra en situación
crítica, o ha logrado salir de un acontecimiento que pudo ser trágico,
inmediatamente intenta comunicarse con la persona más querida y significativa.
En las Torres Gemelas, en el 14-M, en el caso de personas que han sido
liberadas después de un secuestro, en los pasajeros del avión que va a
estrellarse etc., siempre se repite la misma escena: Te quiero, por teléfono a su amado/a; dile que le quiero; un mensaje en el contestador, o una nota
escrita, casi con las mismas palabras: te
quiero, estoy bien, adiós voy a morir... En otros casos el superviviente,
cuando es posible, se presenta directamente ante la persona amada. Estamos ante
un fenómeno psicológico que se repite siempre en circunstancias parecidas en
todos los casos. Jesús, aparece ante
María Magdalena en primer lugar, porque se trata de la persona con quien tiene
un vínculo amoroso más fuerte.
Y ¡lo que son las cosas!, la mujer más nombrada en los evangelios
constituye el último tabú de los
cristianos. Ya se encargaron desde el principio de falsificar bien su imagen,
utilizándola como símbolo de pecado sexual y arrepentimiento. En una cultura en que la mujer no era digna
de crédito, es sorprendente que la
Magdalena sea elegida
como compañera del Maestro y líder de un grupo de pusilánimes. Queda
claro, por tanto, que aquel profeta que cambiaría la historia del mundo, fue un
inconformista con las costumbres de su tiempo, un provocador y un innovador,
incluso en algo tan escandaloso como el trato libre con la mujer, incluidas las
prostitutas. Pero al día de hoy, María de Magdala, sigue siendo tabú para
jerarcas, predicadores, fanáticos de tradiciones, fundamentalistas católicos, y
tantos meapilas que frecuentan las
sesiones de innumerables sectas.
La Magdalena es, por el
contrario, símbolo de amor, de pasión, y al mismo tiempo portadora de
confidencias del Maestro que los demás desconocen. En el Evangelio de María,
descubierto de nuevo en 1896 en un códice papiráceo escrito en lengua copta,
ella se muestra como poseedora de una enseñanza que a los
otros les ha sido ocultada. Esto
acentúa su pureza de corazón y de mente, ya que de acuerdo con el pensamiento
antiguo, para este tipo de experiencia eran imprescindibles pureza moral y una
fuerza mental inconmovibles. Si él la
amaba más que a los otros discípulos, es porque la conocía a fondo.
María de Magdala lideró y convenció a los futuros apóstoles de
que había motivos para la esperanza. Esta mujer es la imagen de una gran verdad.
No encuentro, a pesar de mi empeño, la palabra que exprese al mismo tiempo la
dimensión espiritual y erótica, como sólo ha sido capaz de reflejarlo el poeta
lírico más importante de la literatura castellana: “La noche sosegada / en par de los levantes de la aurora / la música
callada / la soledad sonora / la cena que recrea y enamora”. También, cuando expresa la insensatez propia
de una locura de amor: “Buscando mis
amores / iré por esos montes y riberas / ni cogeré las flores / ni temeré las
fieras / y pasaré los fuertes y fronteras /. Pastores los que fuerdes / allá
por las majadas al otero / si por ventura vierdes / aquel que yo más quiero /
decidle que adolezco, peno y muero”.
Todo apunta a que María de
Magdala es la amante por antonomasia, y al mismo tiempo la más amada por quien
es definido como el Amor. Ella bien
podría ser la autora de una obra fundamental sobre el arte del placer. “Allí me dio su pecho / allí me enseñó
ciencia muy sabrosa / y yo le di de hecho / a mí sin dexar cosa; / allí le
prometí de ser su esposa”, leemos en el Cántico Espiritual.
María de Magdala, trasmite una visión fascinante de la vida, una
rebeldía sin límites ante lo legitimado, un testimonio absoluto más allá del poder y de la muerte.