HA MUERTO
Intento una y otra vez escribir sobre
la muerte de un amigo, pero no me sale. Mariano “D”
era mi amigo, y ha muerto. Esto es lo que puedo decir, sólo esto. Conservo viva
la memoria de los lugares, las imágenes, las
conversaciones. El tiempo ha
pasado y
se ha detenido,
gracias a los
recuerdos comunes; permanecen aún
los instantes de risa, la experiencia inolvidable de compartirlo todo sin nada
a cambio. Una amistad de calidad es un tesoro transparente y único, sin el cual
la vida sería menos segura y menos divertida.
La amistad es también un
sentimiento de nobleza. Con un amigo no se firman compromisos, ni se levantan
actas. Dicen los expertos que un dato para detectar la inteligencia emocional
de alguien es su capacidad para conservar amigos. Yo sólo puedo decir que he
perdido un amigo.
Hoy, día veintiséis de julio, meditaba yo en
esos juegos de la vida en los que siempre perdí, cuando suena el teléfono. Es
el móvil de mi amigo, pero no su voz. Un gran
profesional, y mejor persona, ha muerto. Que los amigos tomen buena
nota. Que los jóvenes emprendedores, que tienen todavía la mirada limpia, cuenten
las cosas como son. Es el más
grande honor que cabe hacer a mi amigo.
José Buendía. Profesor de Psicopatología. Universidad
de Murcia