domingo, 31 de enero de 2010

¿JUBILACIÓN? EL DÍA ANTES DE MI ENTIERRO





Con el título “Yo no me jubilo”, publicaba en La Opinión un artículo hace unas semanas. Hoy el tema recobra especial interés por la propuesta del Gobierno de aumentar la edad de jubilación hasta los 67 años. Aplazar la jubilación no sólo es rentable para hacienda, sino bueno para la salud”, decía yo entonces.

Es verdad que la jubilación en torno a los 65 años, es un logro de nuestra sociedad, pero con frecuencia se convierte en un sistema perverso de control social que desaloja a sus más cualificados elementos de producción; al mismo tiempo que constituye un factor provocador de crisis de identidad. El trabajo fijaba la posición del individuo en la estructura social y las relaciones que establecía con las demás personas. En nuestra cultura el trabajo tiene una significación muy superior a la mera obtención de unos ingresos económicos, y se convierte en la principal fuente de identidad. De ahí procede la autoimagen, el auto-respeto, el sentimiento de estar llevando a cabo una contribución útil y de ocupar un puesto en la estructura social, que determina en gran medida la naturaleza de las relaciones con las demás personas.


Desde este punto de vista, el individuo, acostumbrado durante mucho tiempo a ser guiado externamente por su trabajo, puede encontrarse desorientado cuando se jubila, ante la falta de un rol que desempeñar. La sociedad va a rechazar a los trabajadores mediante la jubilación, que se convierte de este modo en un rito de "desagregación". La jubilación obligatoria constituye un elemento importante de la política segregativa de nuestro sistema social, al mismo tiempo que homogeneiza los patrones y las pautas de conducta, de forma que bien se puede hablar de una nueva categoría social de personas "los jubilados". De entre las diferentes fórmulas de transición que pueden observarse en nuestra sociedad, los únicos ritos auténticos de separación son: el ingreso en prisión, el divorcio y la jubilación; y de entre estos tres ritos es la jubilación la que tiene unas particularidades más especiales, dado que no cabe la posibilidad de reintegración al mundo socialmente valorado.


Es verdad que durante bastantes años se ha esperado la jubilación como un período feliz en el que finalmente se iba a poder vivir sin trabajar; poder vivir de las rentas constituía un verdadero logro social. Pero actualmente la sociedad ha cambiado, y los valores no se sitúan tanto en el descanso como en la actividad ¿Qué hacer, por tanto, ante la situación actual? La tendencia de algunas organizaciones a disminuir la edad de retiro con el pretexto vano de crear nuevos puestos de trabajo, constituye una forma de poner al descubierto un comportamiento hostil, contradictorio o cuanto menos simplista, que es necesario modificar si queremos aportar soluciones adecuadas.


Desde esta perspectiva es conveniente mantener la actividad profesional mientras sea posible, aunque sólo sea como medida preventiva para mantener la salud y la competencia. No entiendo, por tanto, los datos de los que se hace eco La Opinión hoy 31 de enero: “el 81% de los profesores murcianos se jubilan antes de los 65 años”. Es posible que en algunos casos esté más que justificado por motivos de salud, burnout o mobbing, pero en general constituye un error, un inmenso error. Sólo daré un dato de investigaciones realizadas por nosotros con una amplia muestra de jubilados en la Región de Murcia: El 63% (sesenta y tres) de los jubilados manifiestan que volverían a trabajar, si pudieran. Es un dato inesperado para los investigadores que llevamos a cabo el trabajo, pero es así. Y dan sus razones:

.Satisfacción personal 74%

.Motivos económicos 56%

.Relaciones sociales 51%

.Reconocimiento familiar 31%

.Aburrimiento 27%

.Sentimiento de inutilidad 24.1%


Llevo tres días oyendo la misma música: “jubilación”. Y observo desde hace tiempo en profesionales de distintos sectores una tendencia malsana a jubilarse. Como si de chicos de programas horteras de la tele (NI-NI, -ni estudian ni trabajan-, Gran Hermano etc), se tratara; sólo hablan de que hay que jubilarse cuanto antes y “disfrutar”. Y ¿por qué no disfrutan haciendo algo útil, trabajando, creando, mejorando esta sociedad falta de modelos? Pienso que hay que fijar distintas edades de jubilación según la profesión. Y también que debe adelantarse o incluso retrasarse la edad de jubilación dentro de una determinada profesión. Todos los conocimientos psicofisiológicos demuestran que no existe una sola edad que conlleve una ineptitud para el trabajo; todo depende de la naturaleza del propio trabajo, de su organización y del estado de salud de cada trabajador.


Hoy, día espléndido de Enero, varios amigos me preguntan: Y tú ¿cuándo te jubilas? Y sin vacilar respondo: El día antes de mi entierro.


martes, 26 de enero de 2010

AUTO DE LA AUDIENCIA: LIBERTAD INDIVIDUAL Y DE CÁTEDRA EN LA UMU

La Audiencia Provincial acaba de dictar Auto, (con motivo de las amenazas a un profesor de la Universidad de Murcia), en el que tras la exposición del conjunto de hechos que han acaecido, describe magistralmente el deber ser inherente a la vida universitaria.

El fundamento jurídico sexto dice textualmente lo siguiente: “Desde un ámbito extraño a la Universidad se dirige un perturbador correo a persona en ella incardinada por su condición de profesor. Ello no le confiere ningún plus de protección penal, pero atrae inevitablemente sobre el ejercicio de su función categorías constitucionales que tornan más sensible la tutela judicial a dispensar, y más necesaria la garantía de indemnidad derivada del art 24.1 C.E.

Ello es así en la medida en que los hechos denunciados, no solo pueden representar una ilegitima constricción de la libertad individual, sino que también desde fuera de la institución pudiera en alguna medida erosionarse o perturbarse otro derecho de idéntica progenie y alcurnia constitucional, al anudarse a la función docente una prerrogativa no menos valiosa, el derecho a la libertad de cátedra, magnífico baluarte de la libertad ideológica del docente y de su derecho a difundir libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, en el ejercicio de esa función, y en relación con los contenidos valorativos de las materias sobre las que imparte su docencia, expresando libremente sus criterios, convicciones y posiciones discrepantes, sin que por ello haya que sufrir limitaciones, perturbaciones o injerencia alguna. Y si el docente es inmune a mandatos, imposiciones o directrices del propio sistema en el que se inserta, más lo ha de ser si las presiones son exteriores, y lejos de responder a legítimas o discutibles opciones de funcionamiento académico, constituyen un burdo y reprobable hostigamiento.

Fue ese espíritu de respeto y libertad, como el ideal humanista de Occidente, responsable en buena medida del formidable prestigio histórico alcanzado por algunas universidades europeas, en cuyos venerables muros encontraron hospitalario refugio heresiarcas, disidentes y proscritos de todas las ciencias y lugares que, huyendo de rigores dogmáticos o asperezas inquisitoriales, pudieron legar a la corriente fugitiva de las generaciones, hallazgos que aún hoy asombran y pensamientos y reflexiones que allanaron los caminos del saber.”

Algo muy diferente al deber ser, pone de manifiesto el fundamento jurídico quinto cuando analiza los hechos: las actuaciones reflejan el penoso itinerario de un angustiado profesor de edad provecta que, por hechos concernientes al ejercicio de su función, ve convertida la etapa final de su docencia en una escalada de sobresaltos”. Los datos periféricos a que alude, clarifican la discreta base indiciaria, con clara referencia al "entorno".

Esa, y no otra, es la causa por la que el referido profesor va a renunciar a la continuidad en el ejercicio de las acciones penales derivadas de los hechos delictivos.
Y esto cuando, como señala el fundamento jurídico séptimo, “existen indiciariamente hechos inductivos de responsabilidad penal y partícipe o autor de alguno o algunos de ellos”.

28 Enero de 2010
Dia de Santo Tomás de Aquino

NOTA: Ahora, sólo cabe REPARAR.

domingo, 24 de enero de 2010

No es nadie

No es nadie. Era el viento.
¿No es el viento nadie?
No hay nadie. Ilusión.
¿Y no es nadie la ilusión?

martes, 5 de enero de 2010

¿Por qué les votamos?

Estos políticos son los nuestros. Son nuestros corruptos. Les votamos porque son así, y porque nosotros haríamos lo mismo. Esto es lo grave, que “nosotros haríamos lo mismo”.