28 meses de Rector
Era Martes 21 de Enero de 2014, cuando todavía no
había candidatos al Rectorado de la Universidad. Estuvimos en el Drexxco por
espacio de dos horas. “Ayer te vieron con Pepito Orihuela en Trapería”,
me decía el Rector Cobacho por teléfono. Seguro que nos verían. Pero ¿por
qué le llamas Pepito?, le dije yo. Durante la campaña fue Pepe, y
ahora es Magnífico, ¡para que se chinchen!
Nunca hice publicidad de su candidatura ni de ninguna
otra, pero sí le animé a seguir adelante. Publiqué frecuentes reflexiones en
positivo, durante el proceso electoral. Después, ya saben, entusiasmo
desbordado en más de la mitad de votantes, y nerviosismo en
Convalecencia. Creían haber dejado las cosas “bien atadas”, pero
empezaba un Nuevo Ciclo.
El pasado día 20 de mayo, se cumplieron los dos años
de Rector. Y hemos contemplado la transformación de aquella sonrisa amable, en
un gesto de preocupación por la deriva de la Universidad. Jamás en la historia
de la universidad pública, se ha conocido un proceso de degradación tan
desbocado y brutal. En los últimos años (sobre todo desde Bolonia) se ha
instalado un asfixiante sistema dictatorial de mediocridad, donde el rigor ha
pasado de ser científico, a burocrático.
“Decadencia”, es lo que dejaron los
últimos rectores: Ballesta, un hombre prisionero de la imagen, y sin escrúpulos
a la hora de administrar los recursos económicos; y Cobacho, un directivo
ambivalente, empeñado en dar la razón a todos, sin criterio claro. Nunca podrán
descansar satisfechos, quienes robaron la ilusión. El malestar que es capaz de
producir un rector incompetente, es inmenso.
Orihuela es un buen académico, que no es poco, cuando
alguno de sus predecesores no alcanzó el “cum laude” en la tesis
doctoral. Pero quieren hacer de él un Contestatario. Sus asesores, por lo
visto, no conocen la Universidad, ni las posibilidades de Orihuela. De todas
formas tenemos un rector con resiliencia, capaz de plantar cara a
políticos buhoneros y demás personajes influyentes, incluido el “Cardenal”
Mendoza.
Pero yo pido lo imposible: Que la Universidad de
Murcia sea Pública, y que se acabe con el Nepotismo.
Es intolerable que en medio de recortes y despidos, haya todavía quien aprovecha
el cargo de director de departamento o decano/a para colocar a su hijo/a. Claro
que la gente no lo sabe, porque el estilo universitario prescribe
“que no se diga, que no se sepa, que no se note”.
Por mi parte, ocupo el tiempo leyendo a Shakespeare
que, como el puré de patatas, no cansa nunca. Y esta reflexión me lleva a
pensar que el "espíritu universitario" existe, aunque esté
secuestrado por quienes administran vidas y haciendas.