jueves, 22 de septiembre de 2016



28 meses de Rector
Era Martes 21 de Enero de 2014, cuando todavía no había candidatos al Rectorado de la Universidad. Estuvimos en el Drexxco por espacio de dos horas. “Ayer te vieron con Pepito Orihuela en Trapería”, me decía el Rector Cobacho por teléfono. Seguro que nos verían. Pero ¿por qué le llamas Pepito?, le dije yo. Durante la campaña fue Pepe, y ahora es   Magnífico, ¡para que se chinchen!

Nunca hice publicidad de su candidatura ni de ninguna otra, pero sí le animé a seguir adelante. Publiqué frecuentes reflexiones en positivo, durante el proceso electoral. Después, ya saben, entusiasmo desbordado en más de la  mitad de votantes, y nerviosismo en Convalecencia. Creían haber dejado las cosas “bien atadas”, pero empezaba un Nuevo Ciclo. 
El pasado día 20 de mayo, se cumplieron los dos años de Rector. Y hemos contemplado la transformación de aquella sonrisa amable, en un gesto de preocupación por la deriva de la Universidad. Jamás en la historia de la universidad pública, se ha conocido un proceso de degradación tan desbocado y brutal. En los últimos años (sobre todo desde Bolonia) se ha instalado un asfixiante sistema dictatorial de mediocridad, donde el rigor ha pasado de ser científico, a burocrático.
 
 “Decadencia”, es lo que dejaron los últimos rectores: Ballesta, un hombre prisionero de la imagen, y sin escrúpulos a la hora de administrar los recursos económicos; y Cobacho, un directivo ambivalente, empeñado en dar la razón a todos, sin criterio claro. Nunca podrán descansar satisfechos, quienes robaron la ilusión. El malestar que es capaz de producir un rector incompetente, es inmenso.

Orihuela es un buen académico, que no es poco, cuando alguno de sus predecesores no alcanzó el “cum laude” en la tesis doctoral. Pero quieren hacer de él un Contestatario. Sus asesores, por lo visto, no conocen la Universidad, ni las posibilidades de Orihuela. De todas formas tenemos un rector con resiliencia, capaz de plantar cara a políticos buhoneros y demás personajes influyentes, incluido el “Cardenal” Mendoza.

Pero yo pido lo imposible: Que la Universidad de Murcia sea Pública, y que se acabe con el Nepotismo. Es intolerable que en medio de recortes y despidos, haya todavía quien aprovecha el cargo de director de departamento o decano/a para colocar a su hijo/a. Claro que la gente no lo sabe, porque el estilo universitario  prescribe “que no se diga, que no se sepa, que no se note”.

Por mi parte, ocupo el tiempo leyendo a Shakespeare que, como el puré de patatas, no cansa nunca. Y esta reflexión me lleva a pensar que el "espíritu universitario" existe, aunque esté secuestrado por quienes administran vidas y haciendas.