LA CLASE
Como podéis ver, soy un profesor ya mayor, por
tanto, no debéis esperar que esté a la altura de mi productividad de hace unos años.
Con todo, puedo decir que he reunido una gran experiencia; 36 años de
experiencia universitaria dan para mucho. Pero mi actitud hacia vosotros, es
una actitud de curiosidad. ¡Es tanto lo que quisiera aprender! Me
interesa mucho saber cuáles son las preocupaciones que tienen hoy los jóvenes.
Me interesa mucho conocer la situación que están atravesado con motivo de la
crisis económica. Me interesa conocer la universidad, que camina hacia un
futuro incierto ¿Estáis contentos con esta universidad?
Os propongo para este curso, que las clases
sean como una conversación. Cuando uno habla, le habla a alguien,
pero cuando toma apuntes hay un papel entre ambos que distorsiona la
comunicación. Los apuntes son un grave atentado al aprendizaje; se convierten
en elemento foráneo, en un intruso que altera el encuadre necesario. Estoy
convencido de que sólo se puede aprender a través de la conversación. Ser
universitario es estar instalado en medio de un debate, y en la discusión unos
y otros reconocen que todo es discutible. No se trata de que podamos decir lo
que pensamos, -para lo cual ya hace falta arrojo-, sino sobre todo de pensar lo
que decimos; y la conversación es la forma de aprendizaje más noble que hay. Es urgente
generar, por tanto, en las aulas espacios de conversación.
Como es lógico, determinadas unidades del plan de
estudios deben respetarse, pero lo decisivo es facilitar a los jóvenes la
capacidad de enmendar sus propias carencias de saber, a través de su propia
actividad. La formación debe consistir ante todo en potenciar las propias fuerzas
allí donde uno percibe sus puntos débiles, y no confiarla a la envoltura
engañosa de las calificaciones. Pero ¿cómo llevar a cabo esta formación, si no
existen grupos preparados para ello? Ahora en las universidades españolas
tenemos grandes aulas a las que asisten decenas de estudiantes. Ni el profesor
puede reconocer al alumno dotado, ni se pueden reconocer entre sí los que
congenian. Es un ajetreo desesperante. Algo diferente he visto en las
universidades americanas.
Los títulos, las especializaciones y también la mediocridad han ido en aumento, a despecho del nombre universidad. Si observamos las tesis doctorales que se presentan, es terrible constatar que todas se parecen mucho, (en algunos casos son prácticamente iguales, como hechas con el mismo molde), y en general su contribución científica es mínima, por no decir nula. En muy pocas ocasiones las experiencias decisivas y la propia capacidad de juicio y formación se ponen de manifiesto. Hoy en día, de lo que se trata es de adaptarse a lo legitimado, de manera que uno no puede decir su parecer a no ser citando un libro o corriendo riesgos; y esta es la razón de por qué en la universidad pública española apenas unos pocos se atreven a disentir. “Que no se sepa, que no se diga, que no se note”, es decir estilo universitario ¡Hay que acabar con esto!
Los títulos, las especializaciones y también la mediocridad han ido en aumento, a despecho del nombre universidad. Si observamos las tesis doctorales que se presentan, es terrible constatar que todas se parecen mucho, (en algunos casos son prácticamente iguales, como hechas con el mismo molde), y en general su contribución científica es mínima, por no decir nula. En muy pocas ocasiones las experiencias decisivas y la propia capacidad de juicio y formación se ponen de manifiesto. Hoy en día, de lo que se trata es de adaptarse a lo legitimado, de manera que uno no puede decir su parecer a no ser citando un libro o corriendo riesgos; y esta es la razón de por qué en la universidad pública española apenas unos pocos se atreven a disentir. “Que no se sepa, que no se diga, que no se note”, es decir estilo universitario ¡Hay que acabar con esto!
Se oye hablar mucho actualmente de evitación de riesgos, y se practica en las organizaciones el
seguimiento de reglas para evitarlos. Pero, ¿quién ha aprendido realmente, si
no ha sido de sus propios errores? Hay que vincular la educación a la
investigación y a la innovación, sin miedo a los riesgos. En unos momentos en
que todo está uniformado, y predomina un
color gris, monótono y aburrido, es necesario que hablemos en clase con
espontaneidad y con total libertad ¿Nos llevarán otra vez al Tribunal de la Inquisición, por ello? Se
trata de hablar a alguien; alumno, profesor, compañero, con especial
sensibilidad. Es la única manera de formarse. Este curso es una oportunidad.