martes, 27 de enero de 2015


Yo, quiero ser Alcalde

Ayer tuve un sueño, y no sé muy bien su significado. A lo largo de mi vida profesional he tenido que analizar sueños de pacientes en el marco de la práctica clínica., y creo que lo hice con cierta destreza según los criterios más ortodoxos de la Psicología Analítica. Pero cuando se trata de mis propios sueños, o bien soy indulgente, o demasiado negativo. En fin que he decidido no interpretar mis sueños.
                  
Pero he aquí, que ahora he soñado no con mi amante, sino con  políticos, ¿te das cuenta? Es tremendo soñar con la política, que aunque tiene nombre de mujer, -lo cual me pierde-, encierra mucha astucia, ambición de poder, y con frecuencia juego sucio. A pesar de todo, me gusta la política, -que viene de “polis”, ciudad-. Dedicarse a la política es trabajar por las condiciones de vida de los ciudadanos, por el cuidado de la ciudad y del país. Es una vileza, por tanto, utilizar la política para conquistar poder o para adueñarse del dinero público, como ocurre con demasiada frecuencia.

Pues bien, la semana pasada soñé con Bono y con Zapatero. Bono aparecía en el sueño siendo obispo de Jaca; y Zapatero muy abatido, hablando con Podemos. Si la Sultana de Andalucía no coge “el tren”, le oí decir, las cosas se ponen mal. Fue una pesadilla en toda regla. Y, ¿no será una premonición, como dicen los que no saben interpretar los sueños?

Esta noche he tenido otra vez sueños, pero aún más extraños y misteriosos. He soñado que soy Alcalde, y estoy muy feliz como Regidor. Pero en el sueño aparecían también los  indignados. Y esto ha generado  mucha angustia en mí.

Después de darme la vuelta en mi amplia cama, donde cabe prácticamente la corporación municipal, escucho la voz de  un ángel que llega de Bruselas “Te ganaste el cariño de los murcianos por ser como eres”; “sé fuerte”.  

  Yo, que llevo ya veinte años administrando vidas y haciendas, me despierto sudando como nunca, pero feliz. Mi partido me elige. Recibiré  clases de feminismo, traje para todos y un sillón de imputado a perpetuidad.