Yo, quiero ser Alcalde
Ayer tuve un sueño, y no sé muy bien
su significado. A lo largo de mi vida profesional he tenido que analizar sueños
de pacientes en el marco de la práctica clínica., y creo que lo hice con cierta
destreza según los criterios más ortodoxos de la Psicología Analítica. Pero
cuando se trata de mis propios sueños, o bien soy indulgente, o demasiado
negativo. En fin que he decidido no interpretar mis sueños.
Pero he aquí, que ahora he soñado no
con mi amante, sino con políticos, ¿te
das cuenta? Es tremendo soñar con la política, que aunque tiene nombre de
mujer, -lo cual me pierde-, encierra mucha astucia, ambición de poder, y con
frecuencia juego sucio. A pesar de todo, me gusta la política, -que viene de “polis”,
ciudad-. Dedicarse a la política es trabajar por las condiciones de vida de los
ciudadanos, por el cuidado de la ciudad y del país. Es una vileza, por tanto,
utilizar la política para conquistar poder o para adueñarse del dinero público,
como ocurre con demasiada frecuencia.
Pues bien, la semana pasada soñé con
Bono y con Zapatero. Bono aparecía en el sueño siendo obispo de Jaca; y
Zapatero muy abatido, hablando con Podemos. Si la Sultana de Andalucía no coge “el tren”, le oí decir, las cosas se
ponen mal. Fue una pesadilla en toda
regla. Y, ¿no será una premonición, como dicen los que no saben interpretar los
sueños?
Esta noche he tenido otra vez
sueños, pero aún más extraños y misteriosos. He soñado que soy Alcalde, y estoy
muy feliz como Regidor. Pero en el sueño aparecían también los indignados. Y esto ha generado mucha angustia en mí.
Después de darme la vuelta en mi
amplia cama, donde cabe prácticamente la corporación municipal, escucho la voz
de un ángel que llega de Bruselas “Te ganaste el cariño de los murcianos por
ser como eres”; “sé fuerte”.
Yo, que llevo ya veinte años administrando vidas y haciendas, me despierto sudando como nunca, pero feliz. Mi partido me elige. Recibiré
clases de feminismo, traje para todos y
un sillón de imputado a perpetuidad.