domingo, 25 de marzo de 2018

Cuando los dioses quieren castigar a un pueblo, les mandan malos gobernantes.
Da vértigo ver la torpeza con la que el presidente del Gobierno aborda el problema más importante que tenemos los españoles en este momento.
 
Este hombre se parece cada vez más al Quijote. "No pene usted que no hay mal que cien años dure o tiempos vendrán que los actuales te parecerán el paraíso". Lleva razón porque peores tiempos ya los he pasado.  Cuanto peor, mejor”, ha dicho este “quijote” en su torpe contencioso con Cataluña.
 
A todo esto, me preguntas, amigo Fabio, si yo soy de derechas o de izquierdas.  Es una pregunta obscena, porque para ello hay que definir primero el qué,  e incluso el quién.

Yo había escrito en otro lugar, que ser de izquierdas es “compartir saberes y riquezas”. Era una forma de eliminar de un plumazo a todos los que utilizan el poder para enriquecerse o para someter.

Pero ¿quién da los títulos de “izquierdas? Son ellos mismos. Se autoproclaman así, sin ningún pudor. R, O, T, S, G, P, C… -todo un nido de mediocres- han sido investidos como honorables de izquierdas. Pero todos sabemos que son auténticos trepas. Basta observar para qué han utilizado los cargos.  Por eso aplico en el análisis de estos “meapilas”, todo lo que entraña el compartir saberes y riquezas.

Que si soy de izquierdas?  No lo sé, y nunca me he ocupado de aplicarme esas categorías tan manoseadas. Solo puedo decirte, querido Fabio, que modestamente trato de definir cada día mi maltrecha identidad, estorbado por una serie de impresentables que se proclaman de izquierdas.