domingo, 24 de abril de 2011

Síndromes que padecen los Políticos

En clave de humor, quiero señalar algunos “síndromes”, generados por el estrés que produce el poder:

Síndrome del Mono:
Cuando el político necesita demostrar que lo puede hacer bien y quiere hacerlo todo, sin delegar. Lo padece José Mª Aznar. El ex-presidente raya la omnipotencia. Su forma de caminar, de relacionarse, de hablar sobre Gadafi, ponen de manifiesto que está bajo los efectos de este síndrome. Como gobernante quiso y pudo, pero no supo.
Esperanza Aguirre también camina a pasos agigantados por las diferentes fases y estaciones de este síndrome.

Síndrome del Hacedor:
Tiene necesidad de ser apreciado a toda costa, y quiere que se le considere como si fuera un dios. Tuvo este síndrome González. Al perder el poder se volvió negativo. Pudo y supo, pero no quiso.
Es también el riesgo de Rodríguez Zapatero. El actual presidente quiere, pero no puede. El proceder de sus adversarios nos impide confirmar con exactitud si sabe.

Síndrome del Pigmeo:
Políticos con personalidad dependiente. Es el caso de Mariano Rajoy. Quiere, pero no puede, ni sabe.
En provincias, Cámara, alcalde de Murcia, podría ser el prototipo del síndrome del pigmeo.

Síndrome del Comediante:
Absoluta disociación entre lo que dice y lo que piensa en realidad. Jordi Pujol representó este síndrome. Pudo, pero no supo ni quiso.
Gallardón ejerce diariamente de comediante debido a las exigencias de su grupo. El actual alcalde de Madrid es el Comediante a palos.

Síndrome del avestruz:
Aparece cuando la mente se bloquea y el político no puede tomar decisiones. Esconde la cabeza como el avestruz. Son muchos los que padecen este síndrome: alcaldes, presidentes , rectores...Pueden, pero no quieren. El prototipo fue Federico Trillo.
A nivel provinciano, podríamos citar al político escénico José Ballesta en Murcia, y al presidente de diputación, Fabra, en Castellón.

Síndrome del Vendedor:
Vende sus proyectos como si fueran artículos comerciales, bajo el lema de bueno, bonito y barato. Pero en realidad no sabe, no puede o no quiere.
Dejo en manos del lector la tarea de clasificar a tantos cantamañanas, ya que la lista de vendedores es muy amplia. Analizar el perfil de personalidad, la ambición desmedida, el complejo de inferioridad que muchos pretenden compensar con el sillón o la vara de alcalde, puede constituir un sano divertimento.