viernes, 31 de agosto de 2012


 Se va Cámara, viene Ballesta

El presidente Valcárcel manifestó recientemente que “Ballesta podría ser un buen alcalde” ¿Quiere decir que se va Cámara? “Los últimos días de Cámara”, titulaba un periodista en el diario La Opinión de 26 de Agosto. Se trata de dos políticos nada ambiciosos, y siempre dispuestos a ocupar el sillón. Cualquiera de los dos gobernaría “la Ínsula” de maravilla. Pero Cámara se va ¡Qué lástima que tenga que irse tan pronto!, diecisiete años, y parece que fue ayer. Se gastó; y todo por no salir a la palestra. Cuando la Guardia Civil, a través de la Unidad Central de Operaciones, irrumpía en la Gerencia de Urbanismo, el Alcalde se ocultó. Estaba viendo cómo era detenido el jefe de la Gerencia, e imputado el edil del área de urbanismo y “se perdió”.

No es la primera vez que se oculta en momentos críticos. Es su forma de estar, o de no estar. Recuerdo todavía al pueblo de Sangonera caminando durante dos horas hasta la Glorieta, para hablar con su alcalde, pero no estaba. Y en San Esteban, cuando varios cientos de personas, (defendiendo de forma numantina los restos arqueológicos), le esperaban, el alcalde nunca fue.

Llevo tiempo dándole vueltas: ¿Por qué Cámara no recibió a los vecinos?, ¿por qué no se acercó a San Esteban?, ¿por qué no se personó en Urbanismo para dar una explicación a los ciudadanos que seguían los acontecimientos, perplejos?, ¿por qué se fue a la playa, dejando el conflicto del trasporte ardiendo? Tiene que haber un motivo. Pienso en razones psicológicas, o en variables económicas muy importantes. Este hombre durante tantos años en el poder, aprendió estrategias, riesgos, pactos… Se sabe todos los trucos ¡Demasiado para estar y para no estar!

Mientras tanto, las reacciones han dejado al desnudo el alma murciana: vengadores, compasivos, generosos, hipócritas o empecinados, los ciudadanos, van emitiendo su veredicto. Cada murciano es un tribunal de apelación.

Esta mañana, a punto de llegar al barrio de la Flota, me dice el taxista: Las cosas están muy mal. Hombre, Manolo, no me asustes, que quiero pasar este fin de semana relajado. Me habla del Tranvía que va a la Nueva Condomina. “Mire usted, mire usted por donde viene el tranvía, trae a cuatro personas, y sabe usted lo que ha costado?... ¿Y del Alcalde qué me dice?...”  “Nada”, le contesto. “Sólo me encuentro con él en Campoamor durante las vacaciones. Suele seguir el ritual playero al pie de la letra. Pero este año he observado a un alcalde diferente”.

Ahora, me dicen, viene Ballesta. Lo hará tan bien como Cámara. Quien supo montar un aeropuerto en Corvera, casi de la nada; bien podrá imprimir al municipio un nuevo ritmo, aunque sea sin medios