viernes, 25 de octubre de 2013


 LA CLASE: MAS RESIGNACIÓN QUE RABIA

Me interesa mucho saber cuáles son las preocupaciones que tienen hoy los jóvenes. Me interesa  conocer la situación que están atravesado con motivo de la crisis económica. Me interesa conocer la universidad, que camina hacia un futuro incierto. 

¿Estáis contentos con esta universidad?  Propongo que las clases sean como una conversación. Cuando uno habla, le habla a alguien, pero cuando toma apuntes hay un papel entre ambos que distorsiona la comunicación. Los apuntes son un grave atentado al aprendizaje; se convierten en elemento foráneo, en un intruso que altera el encuadre necesario. Estoy convencido de que sólo se puede aprender a través de la conversación. Ser universitario es estar instalado en medio de un debate, y en la discusión unos y otros reconocen que todo es discutible. No se trata de que podamos decir lo que pensamos, -para lo cual ya hace falta arrojo-, sino sobre todo de pensar lo que decimos; y la conversación es la forma de aprendizaje más noble que hay. Es urgente generar, por tanto, en las aulas espacios de conversación.

Como es lógico, determinadas unidades del plan de estudios deben respetarse, pero lo decisivo es facilitar a los jóvenes la capacidad de enmendar sus propias carencias de saber, a través de su propia actividad. La formación debe consistir ante todo en potenciar las propias fuerzas allí donde uno percibe sus puntos débiles, y no confiarla a la envoltura engañosa de las calificaciones ¿Pero cómo llevar a cabo esta formación, si no existen grupos preparados para ello? Ahora en las universidades españolas tenemos grandes aulas a las que asisten decenas de estudiantes. Ni el profesor puede reconocer al alumno dotado, ni se pueden reconocer entre sí los que congenian. Es un ajetreo desesperante. Algo diferente he visto en las universidades americanas.


Los títulos, las especializaciones y también la mediocridad han ido en aumento , a despecho del nombre universidad. Si observamos las tesis doctorales que se presentan, es terrible constatar que todas se parecen mucho, (en algunos casos son prácticamente iguales, como hechas con el mismo molde), y en general su contribución científica es mínima, por no decir nula. En muy pocas ocasiones las experiencias decisivas y la propia capacidad de juicio y formación se ponen de manifiesto. Hoy en día, de lo que se trata es de adaptarse a lo legitimado, de manera que uno no puede decir su parecer a no ser citando un libro o corriendo riesgos; y esta es la razón de por qué en la universidad pública española apenas unos pocos se atreven a disentir. “Que no se sepa, que no se diga, que no se note”, es decir “estilo universitario¡Hay que acabar con esto!


Se oye hablar mucho actualmente de “evitación de riesgos”, y se practica en las organizaciones el seguimiento de reglas para evitarlos. Pero, ¿quién ha aprendido realmente, si no ha sido de sus propios errores? Hay que vincular la educación a la investigación y a la innovación, sin miedo a los riesgos. En unos momentos en que todo está uniformado, y predomina un color gris, monótono y aburrido, es necesario que hablemos en clase con espontaneidad y con total libertad ¿Nos llevarán otra vez al "Tribunal de la Inquisición", por ello?


Se trata de hablar a alguien; alumno, profesor, compañero, con especial sensibilidad. Es la única manera de formarse. Este curso es una oportunidad.

 
 Post Data:  Este Gobierno está haciendo cada vez más difícil la actividad docente. Es grave, muy grave la situación actual. Mientras,  muchos  ciudadanos asisten impasibles  a esta nueva corriente "democrática" que  anuncia  lanzar al mercado nuevos productos de "calidad". La capacidad de autoengaño es infinita.