“Ya no hay sitio seguro
para nuestro
dinero"
Cuando una banda de butroneros reventó la cámara
acorazada del Banco Popular de Yecla y abrió más de ciento cincuenta cajas de
seguridad, el alcalde del pueblo calificó el robo de “auténtica tragedia”, al mismo tiempo que aseguraba que se “sabía que el Popular era el banco del
pueblo en el que más dinero negro había”. Es una forma de ver las cosas, o
de no verlas.
Cuando el progreso de un pueblo está pilotado por la
economía sumergida o el interés mercantil furtivo, se convierte necesariamente
en fuente de crisis. Acepto que sean muchos todavía los que exculpan la cultura del pelotazo, pero no lo
respeto. Lo del alcalde de Yecla es hablar sin miramientos al Estado de Derecho,
y a la consideración que merecen los ciudadanos que regularmente pagan sus
impuestos. Es sencillamente campar por sus respetos. Una vez más, un político
aparece como una caricatura, y nadie, que yo sepa, ni siquiera el Consejero de
Economía y Hacienda, o el propio presidente de la Región han cuestionado sus
declaraciones. Este “síndrome”
personal de un alcalde, provocado por el robo de dinero negro es preocupante
tanto desde el punto de vista psicológico como desde la perspectiva económica y
política.
Leo también con igual perplejidad en los periódicos
que algunos de los clientes afectados por el robo de muchos millones,
manifiestan que “ya no hay sitio seguro para nuestro dinero". Sin
embargo, los ladrones dejaron la corona de la Virgen, que tiene gran valor sentimental
para el pueblo.
El dinero negro de ciento cincuenta ciudadanos,
también tiene valor sentimental. Como en las patéticas guerras de un solo
ejército, estos “demócratas” han convertido el robo de Yecla, tal vez sin
querer, en el símbolo del atropello de derechos y deberes que creíamos
consolidados.
Por mi parte, prefiero seguir el ejemplo y buen sentir
de los más viejos del lugar: “el que roba
a un ladrón tiene cien años de perdón”.
POST DATA:
Por si fuera poco, aparece en escena el Banquero de
Moda. Número uno de su promoción de abogados del estado. Honoris causa por la
Complutense. Objeto de emulación de las nuevas generaciones. Universitarios de
empresariales, yuppies del Manhattan madrileño, y ambiciosos ejecutivos querían
ser como Conde, triunfar como Conde, tener dinero como Conde.
En los últimos años se ha cultivado la necesidad
patológica de acumular dinero. Y ahora nos encontramos con un escándalo. Son
legión: Políticos, banqueros,
empresarios, deportistas...
¡Que los encierren! Si es que hay alguien capaz de
llevar a cabo tan difícil tarea.