EL TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES
Con
frecuencia, en el círculo íntimo de las personas que tienen poder se ven
personajes mediocres o realmente insignificantes. La técnica con la que estas
personas hacen carrera puede observarse
muy bien en la Universidad. Es el caso del ayudante que científicamente no vale
mucho, pero es servil, obedece
rápidamente, y dice siempre que sí. El “barón
universitario” se acostumbra a verlo a su alrededor, a darle las tareas más
desagradables, y poco a poco ya no puede prescindir de él. Lo recompensará más
tarde con un carguito, con subvenciones, con una cátedra, haciendo que pase por encima de otros
con más méritos…
Siempre hay alrededor del poderoso, del
candidato, numerosos postulantes. Están
a su alrededor, pacientes, insistentes. Un día el Candidato a Jefe, se
encuentra con dificultades, necesita ayuda y se dirige a uno de ellos. Éste no
pide nada, está disponible, haría cualquier cosa que se le pidiera. Así empieza
la relación. El poderoso, no lo estima, no lo aprecia, lo utiliza.
Pero
puede haber también otras razones: hay poderosos y/o candidatos, que tienen
miedo a integrar su círculo más íntimo con personas demasiado inteligentes o
demasiado autónomas. Unos porque son autoritarios y no quieren que les
contradigan. Otros porque son megalómanos y desean sentirse admirados. Y en
otros casos, simplemente por pereza. No quieren discutir y volver a discutir
los problemas; es más descansado, más cómodo, estar rodeado de mediocres.
Muchos
de estos aspirantes están preocupados solamente por su puesto. Cuidan mucho de
no contradecir a su señor ¡Y no veas el impacto que tiene la función de estos
mediocres, trepas o aprovechados! Y lo más grave, la propia institución queda
atravesada por la mediocridad.
Mediocre
es una institución donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad
es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
Mediocre
es una institución que permite, fomenta y celebra el triunfo de los mediocres,
arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse
engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
Hemos
creado una cultura en la que los mediocres son los primeros en ser ascendidos,
los que más se hacen escuchar y a los que votamos, sin importar lo que hagan.