En Murcia, se vive como dios
Entro en la plaza de las Flores y me tropiezo con un
espectáculo indescriptible: miles de personas, sentadas en mesas, apoyadas en
taburetes o simplemente de pie junto a las barras de los bares y restaurantes
que allí proliferan, beben y/o comen al tiempo que fuerzan la voz para intentar
entenderse con sus compañeros...
¿Es este el estado de la Región? Seguro que hay signos
de que se acerca el fin. Y la gente gasta y disfruta compulsivamente antes de
que el Gobierno aumente la deuda, o el
Rey Felipe nos recuerde de nuevo que
hemos de querernos.
El arte del placer es vital para encontrar sentido,
frente al engaño de quienes ostentan cuotas de poder, y que por eso manejan
vidas y haciendas. Pero en Murcia es que
se vive como dios. Viven como dios, los que pueden, claro. Entre ellos, los
regidores que gastan el dinero público con una frivolidad que espanta.