Una bicicleta
blanca cubierta de flores en el lugar del accidente, con esta inscripción: “En memoria de todos los ciclistas, víctimas
de la violencia vial”. Carlos, un chico de 13 años, muere arrollado por un coche en el paso de peatones.
Y una marcha en bicicleta, atraviesa la ciudad, para pedir a los automovilistas
más cuidado. El Alcalde no asiste al acto.
No hace tanto
tiempo, era el profesor Javier López
Navarro el que moría en esa misma Rotonda.
Todavía estoy poseído por el agudo
escalofrío que me sigue produciendo el hecho. Pero ¿quién es el responsable de
lo ocurrido?, ¿el exceso de velocidad?, ¿la confusión que produce la confluencia de las calles Ben arabí y Loaisa con
Juan de Borbón?, ¿conducir por la misma
avenida que el tranvía? No se trata de culpar a nadie, pero son ya demasiados
accidentes en Juan de Borbón, y algunos con resultado de muerte.
El accidente de tráfico nos toca a
todos de alguna forma, no sólo a los vecinos de la Flota. Mientras la nueva
tecnología anuncia en un futuro inmediato que el coche de cada uno será
“inteligente”, provisto de ordenador que pueda sugerir el mejor itinerario,
impedir ir demasiado rápido o hacer un adelantamiento indebido etc., yo me sumo
a quienes propugnan que hay que mejorar el transporte público y ordenar el
tráfico por la ciudad de forma razonable.
En este sentido, el tranvía, -de
dudosa utilidad y de incierta rentabilidad-, está produciendo malestar en
algunos ciudadanos. Esto se nota en el tráfico y en el estrés de los
conductores. Conducir por la misma avenida que el tranvía resulta peligroso.
No sé si alguno de vosotros
conocisteis a Carlos o a su familia. Sí sé que durará mucho tiempo su recuerdo,
y tal vez provoque cambios en la organización del tráfico en la ciudad de
Murcia.