ENTRE TODOS
Es el título de
un extraño y emotivo programa de Televisión, que todas las tardes estremece
y sacude las conciencias de miles de jubilados hasta llevarles a entregar parte
de sus ingresos a quienes previamente
desnudan sus vidas ante la caja tonta. “Un
programa de solidaridad”, dice la presentadora, que vive el momento intensamente,
y llora de emoción en muchos casos. La generosidad de los que llaman por
teléfono para ayudar, -unos treinta mil cada tarde-, no deja indiferente a
nadie.
“¿Qué tengo!”, vocifera Toñi,
que así se llama la graciosa y popular presentadora. Y el público, puesto en
pié, aplaude y grita: “Llamada”. Alguien habla por teléfono
y expresa su compromiso de ayudar a quienes han relatado con todo detalle el
drama de sus vidas. Y cuando se consigue un donativo cuantioso, la inestimable
Toñi anima el cotarro con una expresión que hace saltar de sus asientos a los
asistentes: “¡Toma, toma ya…!”. En pocos minutos se ha conseguido solucionar
el caso presentado. Unas veces serán los 15.000, 20.000 y hasta 55.000 euros, que hacían falta
para montar un negocio, conseguir el alquiler de la vivienda, o los costos de
la terapia que hay que aplicar a un niño dependiente. Otras veces es la oferta de un trabajo con que
salir de la miseria.
La gente se
identifica con los “supervivientes” que hay en el plató, y dan más de lo que
tienen. Son precisamente los pobres más
pobres, los más generosos. Toñi con un estilo sencillo y popular, “me seduce y yo me dejo seducir”.
¿Qué puedo decir
de este fenómeno televisivo? Nada.
Cuando mi vecina Lola me sugirió que viera un programa muy interesante, que
había en la TVE1, pensé que se trataba de “El
Tiempo entre Costuras”. Pero no, era
“Entre Todos”. Después de ver dos fragmentos, sólo puedo expresar mi
perplejidad: “¡Qué valor tiene Televisión Española!”. Ha desenterrado el
hacha de guerra de la beneficencia y el limosneo de los años cuarenta y cincuenta , para desviar la atención de
las instituciones responsables del problema ¿Se escucha alguna protesta, algún
comentario que ponga a los poderosos en aprietos? No, no. Como si el mal
hubiera caído del cielo, no hay responsables, y es la pobre gente, la gente
pobre quien debe auxiliar a las víctimas. Su generosidad cautiva a muchos, a mí
también. Posiblemente yo llame al programa cualquier día, para ofrecer la mitad de lo que gano. Y todo, porque me encanta liberar a
este Gobierno de sus obligaciones.
¿Entre todos? No. Resulta que nos toca a nosotros resolver los males generados
por la ambición y torpeza de los políticos. Cuando no hay buena política, se hace caridad.
Y es obsceno dar en caridad lo que se debe en justicia.