martes, 5 de enero de 2021

 

La Muerte está a mi puerta

“Tiene  usted, don José, un malecito en el labio superior. Es el triángulo de la muerte” (sic), me dice una mujer de mediana edad, a quien no conozco. “Cuando llegue a casa, con un algodón, póngase alcohol”, acaba diciendo. Y desde entonces, estoy metido en el proyecto de una publicación sobre la muerte ¡Qué frivolidad!

Durante el tiempo que aún me quede, un año, cinco, diez… ¡qué más da!, siento que tengo que decir sobre la muerte algo que desconozco. Tal vez la vida sea “una pasión inútil”, pero en cualquier caso una pasión de la que forma parte el arte de escribir. Me inspira especial ternura la persona cercana que va a morir pronto. Y si después se recupera, le suplico que no vuelva nunca a morirse. En fin, el tema es de un interés tremendo. 

Durante los últimos meses, he visto cómo caen las hojas en esta tierra nuestra, con singular celeridad: Un político pre-democrático, un banquero piadoso, tres estudiantes demasiado jóvenes, un empresario arruinado, dos desempleados..., y hasta un obispo, mediocre pero obispo al fin. Esto no se puede tolerar. La gente se muere con demasiada facilidad. Debería salir una ley que prohíba morirse sin autorización. 

Si aún estás vivo, es porque le has plantado cara a la muerte. Empeñarse en Vivir, es el hilo conductor de mi reflexión.

P. D

El Gobierno de M. Rajoy subió los costos de enterramiento. Ahora aplican el 21% de IVA ¿Sabes qué? He decidido no morirme hasta tanto salga gratis.

 

No hay sitio

Fue en Caravaca: “Si estás desempleado, no te preocupes. El Señor pondrá un Samaritano a tu lado para que te ayude”. Me quedé de piedra, porque no había caído que la solución de los parados  no está en acuerdos internacionales, medidas del gobierno, convenios de empresarios y sindicato, sino en algo tan a la mano como la intervención de un  samaritano.

Oigo decir a un “marchante” de la huerta, que “el que no trabaja es porque no quiere”. También esto me sorprende. Llevo dos semanas pensando  en ese obispo, que  estudió lo justito, y en el marchante de Patiño, travestido en empleador. Después he buscado ansioso al samaritano, por si las moscas, pero no. He pateado Lorca,  Caravaca, Águilas, Molina de Segura… Pero sólo he encontrado unos “samaritanos”  poco dispuestos a llevar la cruz.

Uno de ellos presenta una propuesta inteligente: Apela a Jesús Abandonado, (que precisamente nunca estuvo tan desvalido y desamparado). Es decir, que después de estar durante horas en la cola del INEM, tú puedes ir a  Jesús Abandonado, para tomar un “bocata”. Me han dado ganas de gritar. Efectivamente he gritado. Yo grito, tú rezas, él canta.

Hace unos días visité la Universidad privada, y les prometo que encontré clarividencia. El “Cardenal”  Mendoza tiene poder, mucho poder. Y afirma que dispone de samaritanos suficientes para que cada parado lleve su lazarillo. Si esto es así, que no lo dudo, viniendo de un hombre tantas veces bendecido por Benedicto, yo también deseo  perder  mi empleo, a cambio de un lazarillo-samaritano, ¡qué gozada, tú! 

Este obispo “sabe latín”  y “dio en el clavo” al hablar, no sin inspiración divina,   desde Caravaca.  Lo que pasa es que le faltan recursos; precisamente lo que a Mendoza le sobra. 

Por mi parte, desde hace unos días, ya no grito, ni rezo, ni canto.