¿Qué ropa me pongo?
preguntó Catalina la Grande a su
doncella horas antes de dar el golpe palaciego que le llevó a acaparar el poder
imperial.
Quien va a salvar una patria no puede vestirse de
cualquier forma.
Napoleón, durante sus batallas, usaba camisa de color rojo.
Pensaba que si era herido, no se notaría su sangre y los soldados seguirían
luchando sin temor. Doscientos años más tarde, el Alcalde, viste de
azul-marino. Se sitúa así, más cerca de Catalina la Grande. “El Gobierno de Murcia no es vasallo de
nadie”, dice en sus declaraciones. “Todos los gobiernos de la Región, han ejercido su papel de manera
fantástica”. “Cualquiera que se encargue del aeropuerto, lo hará bien”… Y
lo dice sin inmutarse. Ni siquiera una lágrima para estas gestas tan emotivas.
Estamos
ante un político adicto y piadoso. Y como queda dicho, en sus batallas, siempre usa el azul-marino.
Es el color que mejor expresa el vasallaje. No
le gusta el poder, pero es su sino.