miércoles, 2 de marzo de 2011

SU GENEROSIDAD CAUTIVÓ A MUCHOS

Generoso, interesante, atractivo, espiritual, artista, un ser sensible, fuera de lo común…,¡y ha muerto tan joven!... No ahorran calificativos los que le conocieron o fueron alumnos suyos para describir al profesor de Arte, Javier López Navarro, que era diferente.

En estos momentos mi corazón sufre al saber lo que le ha pasado y de qué forma, me escribe un antiguo alumno desde Madrid. “Siento su muerte, porque de alguna forma revivo una parte de mi vida con Javier, al que conocí como un ser espiritual, con la seguridad de que existía más vida después de esta vida que tanto sufrimiento le causaba”. Javier buscaba con insistencia el sentido de la vida.

Este es el perfil de un hombre crítico con esta sociedad frívola y estúpida. Un hombre especial como persona, y un modelo a imitar como profesor. Sus hijos José Javier y Rocío han perdido un padre, pero conservan un ejemplo a seguir. Otra vez leo y oigo las mismas cosas: “Javier era un hombre muy atractivo y con una conversación muy interesante”. En algún lugar se encuentra su energía, dice una antigua alumna; “yo estoy convencida que en ese momento su alma se liberó, voló, así lo espero”.

Era un Viernes por la noche sobre las doce menos diez. Los que presenciamos el accidente, sufrimos mucho. No hay derecho, no hay derecho..., me decía yo a mí mismo. Alguien me envía un correo electrónico: “espero que al menos no sufriera y su agonía fuera rápida. Lo siento por sus hijos, sufrió mucho por ellos”.

Ha sido noble, excesivo, formidable, imposible, grande, generoso, singular, profundo, extraordinario… Bien puede decir ahora Javier, con toda razón: “Confieso que he vivido”.