lunes, 14 de noviembre de 2011


EL ESTRÉS DEL PODER

Hace ya tiempo, un periodista escribía una columna con el título La Autoridad anda estresada. Este recorte de prensa me lo envió un viejo amigo a la Universidad de California, donde me encontraba como profesor invitado. Cuando lo leí disfruté de lo lindo, tal vez por aquello del placer de incordiar (sólo posible con personas queridas). El periodista, con un estilo punzante y socarrón, se refería al “señor J.B.” que había tenido el atrevimiento de organizar un curso para 25 directivos de la Universidad incluidos el rector y sus vicerrectores. Porque esto del estrés nos toca a todos, pero a unos más que a otros, la autoridad anda estresada, qué tendrá la autoridad. Decía, incluso, que este curso sobre el estrés debe darse también fuera del ámbito universitario para que se aproveche la autoridad en general: la competente y la incompetente, incluyendo la oposición; porque el curso les va como anillo al dedo:

- Saber organizarse.

- Saber organizar a los demás.

- Mejorar el uso del tiempo.

- Disminuir el estrés.

- Aprender a delegar.

- Y aumentar la eficacia.

Más adelante, citaba algunos modelos…, porque los primeros que han de serenar la cabeza son aquellos que ostentan cuotas de poder y que por eso, “manejan vidas y haciendas”.

Lo que quizás no sabe el periodista español es que su escrito sirvió de divertimento a profesores universitarios, más allá del Atlántico, a varios rectores de universidades americanas, y también llegó a manos de algunos políticos importantes en América Latina. El dichoso texto se ha paseado por distintos países americanos con motivo de cursos y seminarios.

Ayer, después de leer el periódico, volví a recordar de nuevo al periodista porque nuestra autoridad tiene estrés. El estrés nos toca a todos, como yo soy un “don nadie” casi no me afecta, pero la gente importante soporta mucho desgaste. Comprendo sobre todo, el estrés de Rajoy a punto de recibir esa enorme “carga” mientras ocupa su tiempo diciendo banalidades.