ORGASMO COLECTIVO
Millones de
personas pegadas al televisor. Yo también. El partido Barça- Chelsea en el Camp
Nou, era todo un acontecimiento. Pero el
resultado no podía ser más triste para el Barça. La imagen final de Messi “mordiendo”
el césped, expresa perfectamente el impacto de la derrota. Me dicen desde
Barcelona que algunos seguidores no pudieron acudir al trabajo al día siguiente
por problemas de salud ¡No es para menos! Esperaban un partido de ensueño, pero no fue
así.
El
miércoles, otro atracón de futbol. Las expectativas se dispararon de nuevo: esperábamos
que el Madrid eliminara al Bayern Munich. Pero fue imposible. Necesitábamos el
gol, después también la copa, y luego celebrar la victoria en Canaletas y en
Cibeles. Es una forma de sentirnos vivos, de vernos importantes por unos
momentos, de enfrentarnos a la Merkel que nos hace la vida imposible, y escapar
de esta crisis galopante, al menos a nivel de fantasía.
El fútbol espectáculo
se convierte en un orgasmo colectivo que cumple la
función de descargar frustraciones. Pero esta vez, tanto en el Camp Nou, como en
el Bernabeu, todo quedó en un coitus
interruptus. La dueña de Europa seguirá siendo “mujer-mujer” -en palabras del ministro Gallardón- porque para ella
siempre hay orgasmo, en los mercados y en el estadio.
El partido es
una metáfora de la vida. Los jugadores
inician una acción, superan una barrera y otra…, y la acción fracasa.
Han de empezar de nuevo una y otra vez, sin dejarse abatir por el fracaso. Es
lo que la vida exige cada día. En el partido como en la vida, ninguno es un
jugador aislado. Todos, necesitamos el pase justo. Y el campeón, es el que
prepara la acción para los otros. A los que nos gusta el fútbol, disfrutamos de
ver la mejor estrategia para dominar, marear, seducir, derrotar..., siempre con
buen juego, claro.