domingo, 11 de noviembre de 2012

  Luciérnagas




A las cinco de la tarde
cuando el resplandor se queda sin brillo
y el jardín se sumerge en el último hervor clavado del día.
Oigo el grupo bullicioso de niños
que salen a cazar luciérnagas
corriendo sobre el pasto
se dispersan entre los arbustos,
gritan su excitación, palpan su deslumbre.
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
que muestra la encendida cuenca de sus manos.
Titilando.
Antiguo oficio humano
este de querer apagar la luz.
¿Te acuerdas de la última vez que
creímos poder iluminar la noche?.
El tiempo nos ha vaciado de fulgor
pero la oscuridad
sigue poblada de luciérnagas.

Gioconda Belli