EL MIEDO, UN PROBLEMA DE SALUD
El miedo provoca
siempre una reacción inmediata que puede traducirse en parálisis o en
aceleración. Nunca deja indiferente, por eso se convierte en un arma social
eficaz, aunque de consecuencias impredecibles. El peor de los males que estamos
padeciendo en nuestro país es el miedo. El
Poder siembra suficientes dudas sobre la economía, las cuestiones sociales y
los problemas nacionalistas para que nadie se mueva.
En lo que se refiere a
la pérdida del trabajo o la vivienda, el miedo puede convertirse en pánico
y en trastorno del control de los
impulsos. Supone un conjuro de crisis: “Si no aceptáis estas condiciones, la situación
puede ser aún peor”. Las elecciones puede ganarlas el que más miedo meta en
la gente.
La
otra reacción al miedo, es la sobreexcitación y la movilización. La palanca
para lograr la movilización, es que las declaraciones sean fijas, invariables,
firmes y permanentes. Un político, -Mas catalán que español-, ha
dicho algo inquietante y perturbador: Si la movilización gana a la parálisis, nos habremos librado del miedo. Pero los
resultados de las elecciones de hoy 25N, van a producir una parálisis de sus
objetivos independentistas. Artur Mas, ha sido alcanzado por el miedo. El “rey
Arturo” es ya un “Rey Pasmado”.
Por
mi parte, nunca tuve miedo, y mucho menos a los ciudadanos de Barcelona donde
estudié y a la que profeso una especial querencia. Pero ahora los talibanes han decidido intimidarnos y
¿quién es el guapo que no le tiene miedo a un talibán?
El
miedo se puede manifestar de diferentes formas: Shakespeare nos narra en el Mercader
de Venecia las características
peculiares de un personaje que tenía miedo a los gatos. Freud dedicó uno de sus escritos al caso Juanito, un niño de cinco años que manifestaba un intenso temor a
los caballos. Y quién no conoce a alguien que huye ante la presencia de una
cucaracha. La persona que tiene miedo muestra casi siempre signos de ansiedad y
siente palpitaciones, dificultades respiratorias y sobre todo temblor en las
piernas. Yo puedo llorar por un ojo, porque sólo tengo temblor en las piernas,
y únicamente cuando habla el ministro Wert;
es decir siempre. Este correveidile,
habla y habla hasta la extenuación, menos mal que ahora procuro no oírlo, por
lo que tal vez desaparezca el temblor de piernas ¿Os imagináis qué hará si está
mucho tiempo en el cargo? Pues poner orden en las voces discordantes, y
emulando a Los Niños del Coro, caminar
todos a una, como dios manda.
Estamos
en una sociedad miedosa y esto se pega, es como una enfermedad. Desde hace unos
días contemplo mi enfermedad, viendo las caras con las que me miran los demás.
Es la mirada del miedo, y no se puede vivir con miedo. Uno de los efectos del miedo, decía Don Quijote, es turbar los
sentidos, y hacer que las cosas no parezcan lo que son.
Propongo que se creen
“unidades de tratamiento del
miedo” en los centros de salud. El
miedo hay que considerarlo como lo que es, un problema de salud.