lunes, 26 de noviembre de 2012


EL MIEDO, UN PROBLEMA DE SALUD 

El miedo provoca siempre una reacción inmediata que puede traducirse en parálisis o en aceleración. Nunca deja indiferente, por eso se convierte en un arma social eficaz, aunque de consecuencias impredecibles. El peor de los males que estamos padeciendo en nuestro país  es el miedo. El Poder siembra suficientes dudas sobre la economía, las cuestiones sociales y los problemas nacionalistas para que nadie se mueva.

En lo que se refiere a la pérdida del trabajo o la vivienda, el miedo puede convertirse en pánico y  en trastorno del control de los impulsos. Supone  un conjuro de crisis: “Si no aceptáis estas condiciones, la situación puede ser aún peor”. Las elecciones puede ganarlas el que más miedo meta en la gente.

La otra reacción al miedo, es la sobreexcitación y la movilización. La palanca para lograr la movilización, es que las declaraciones sean fijas, invariables, firmes y permanentes. Un político, -Mas catalán que español-, ha dicho algo inquietante y perturbador: Si la movilización gana a la parálisis,  nos habremos librado del miedo. Pero los resultados de las elecciones de hoy 25N, van a producir una parálisis de sus objetivos independentistas. Artur Mas, ha sido alcanzado por el miedo. El “rey Arturo” es ya un “Rey Pasmado”.

Por mi parte, nunca tuve miedo, y mucho menos a los ciudadanos de Barcelona donde estudié y a la que profeso una especial querencia.  Pero ahora los talibanes  han decidido intimidarnos y ¿quién es el guapo que no le tiene miedo a un talibán?

El miedo se puede manifestar de diferentes formas: Shakespeare nos narra en el Mercader de Venecia  las características peculiares de un personaje que tenía miedo a los gatos. Freud dedicó uno de sus escritos al caso Juanito, un niño de cinco años que manifestaba un intenso temor a los caballos. Y quién no conoce a alguien que huye ante la presencia de una cucaracha. La persona que tiene miedo muestra casi siempre signos de ansiedad y siente palpitaciones, dificultades respiratorias y sobre todo temblor en las piernas. Yo puedo llorar por un ojo, porque sólo tengo temblor en las piernas, y únicamente cuando habla el ministro Wert; es decir siempre. Este correveidile, habla y habla hasta la extenuación, menos mal que ahora procuro no oírlo, por lo que tal vez desaparezca el temblor de piernas ¿Os imagináis qué hará si está mucho tiempo en el cargo? Pues poner orden en las voces discordantes, y emulando a Los Niños del Coro, caminar todos a una, como dios manda.

Estamos en una sociedad miedosa y esto se pega, es como una enfermedad. Desde hace unos días contemplo mi enfermedad, viendo las caras con las que me miran los demás. Es la mirada del miedo, y no se puede vivir con miedo. Uno de los efectos del miedo, decía Don Quijote, es turbar los sentidos, y hacer que las cosas no parezcan lo que son.

            Propongo que se creen  “unidades de tratamiento del miedo”  en los centros de salud. El miedo hay que considerarlo como lo que es, un problema de salud.