Vuelvo de
viaje. Nunca me voy del todo, de esta tierra entrañable donde tan bien se vive.
Pero el tiempo aquí parece haberse detenido. El Tranvía Regional está en vía muerta.
Cuando observo
a la gente, o hablo con los amigos, mi ánimo recobra el sosiego, y empiezo a
ver la realidad de otra manera: coraje ante el futuro, nuevas ideas, metas
“inalcanzables”… Los ciudadanos de esta región, al menos los que yo trato, están vivos, porque vivir es sentirse
disparado hacia el futuro.
A pesar de todo, me invade la impotencia al
ver los mismos discursos, los mismos sillones, los mismos papanatismos. Y la principal cosa, que nadie nombra: El
estancamiento. Es un síndrome típico de esta tierra. Aparentemente todo funciona, pero la realidad es otra. Fíjate en
nuestra ciudad: los transeúntes pasan, los automóviles circulan. Mira las
tiendas, los restaurantes, los cines, las oficinas. Todo funciona ¿Escuchas
algún gemido?, ¿adviertes ruinas personales o familiares?, ¿dónde está el estancamiento
personal, cultural, institucional? A primera vista, la vida continúa amable,
entretenida, incluso erótica. La civilización
regional, transcurre imperturbable.
Pero cada vez
son más los ciudadanos decepcionados, los trabajadores quemados. En la Administración pública, por ejemplo, son pocos los
que hablan con entusiasmo, y menos aún los que tienen una propuesta de futuro.
Han perdido el interés, les falta motivación. Pienso que aquí reina un
estancamiento ya secular, que conduce inevitablemente al aburrimiento. Existen
demasiados signos de resignación ante
un modelo de crecimiento insostenible e irresponsable.
Me cuesta
creer que murcianos de dinamita,
según la expresión del poeta, sean ahora tan flemáticos, indiferentes o sufridores
como se desprende del Estado de la Región. Y por otra parte, no puedo aceptar
lo que nuestros regidores expresan con el eslogan: “Murcia, que hermosa eres”. El déficit cultural que sufre esta
región no es precisamente motivo para vanagloriarse.
En cualquier
caso, creo que ha llegado el momento de
salir a la palestra y proclamar La
Propuesta de Futuro. Que alguien vaya a la plaza del pueblo y
cuente a la gente las cosas como son. Después, que decidan ellos.
P.D. Nueve de Junio, día de la Región.