domingo, 2 de junio de 2013

   
Matan a sus víctimas por encargo

¡Bien podemos atarnos los machos ante esta Muerte, porque el tema traerá cola. No hablo de la utilización que pueda hacerse del hecho, ni de los intereses económicos que hay en juego, sino del Retorno de los Muertos. Me estoy refiriendo a una persecución psicológica ante la que no es posible escapar. La víctima de muerte violenta,  no quiere estar muerta, y retorna amenazante una y otra vez.  Sepa el lector, que no son invenciones mágicas o cuentos chinos, sino algo que tiene lugar en el mundo interno de toda persona que de alguna manera pudo evitar esas muertes.

 En la literatura, en el cine, y el arte en general,  aparece el fenómeno de forma persistente y reiterativa: Antígona con su insistencia en una demanda incondicional: el entierro apropiado de su hermano; el padre de Hamlet, que vuelve de la tumba con la demanda de que el príncipe vengue su muerte; hasta los acontecimientos traumáticos relacionados con lo que hemos dado en llamar la Memoria histórica. Las sombras de las víctimas, continúan persiguiéndonos como muertos-vivos.

A lo largo de mi vida profesional he conversado con personas que habían matado. El fantasma, me contaban, alcanza dimensiones gigantescas; y necesitan de una manera apremiante, hacer algo para aplacar al muerto, que no está bien enterrado. El retorno de los muertos materializa una deuda simbólica que subsiste más allá de la muerte física. Sólo cuando tenga lugar el reconocimiento de la deuda impagada, podrá haber sosiego. Si no haces justicia a los muertos, ellos te perseguirán hasta el fin de tus días. Enterrar bien a los muertos exige: investigar a fondo lo sucedido, llevar a cabo un juicio justo, y recordar a las víctimas y a sus “autores”. Estamos ante un caso de muerte violenta, que pudo evitarse.

Me parece una estupidez lo que algunos vividores dicen: que no  se debe pensar en la muerte; además, de ser un intento vano. La muerte expulsada sistemáticamente de la sociedad, nos entra por la ventana; y en Molina, se sitúa en la plaza mayor del pueblo. No cabe mayor sorpresa.

Ahora tenemos una asignatura pendiente: elaborar la muerte. Es un trabajo que se le ofrece al que sigue viviendo. Un trabajo inabarcable o imposible a veces. No sé muy bien lo que hacen los psicólogos expertos en catástrofes, para ayudar a la gente a morir en unos casos, y a superar el duelo en otros; pero es muy elocuente que algunos afectados hayan rechazado su ayuda “¿Qué les digo, qué les digo”, me preguntaba un colega. “Nada”, le respondí. Escúchalos, y después, si te lo piden, ayúdales a que integren la muerte como parte de la vida. Si no es así, déjalos en paz. Ellos sabrán encontrar  sentido a su tragedia. La presencia de un amigo es más eficaz, en muchos casos, que todos los psicólogos.

Post Data:      Cuando hace unos años, tuvo lugar una liturgia para dotar de legitimidad el fusilamiento de Ceausescu en Rumanía ante las cámaras de televisión, a muchos se nos heló el corazón ¡Mal comienzo para el cambio!; no se elimina de esta manera a un déspota. El proceder de unos supuestos “revolucionarios”, acarreó grandes problemas al pueblo rumano, que no acaba de levantar cabeza.