sábado, 22 de noviembre de 2014

YO, NO ME JUBILO 

¿Cuando te jubilas?”, me dice uno de esos colegas que sólo saben ser funcionarios. Yo, no me jubilo, le respondo. Frunce el ceño, y con un movimiento espasmódico de hombros, exclama: ¡Pero qué dices! 
Es verdad que la jubilación es un logro de nuestra sociedad desde hace cerca ya de cien años, pero cuando es obligatoria se convierte en un sistema perverso de control social que desaloja a sus más cualificados elementos de producción. 

Mi interlocutor, que ha pasado por varios cargos de gestión en la universidad, empieza a tomarse a cachondeo lo que voy diciendo. Claro que abandonaré la actividad docente. Más concretamente, me iré de esta universidad. Pero ten en cuenta, le dije a ese ex-alto cargo, que irse no es jubilarse.  Trabajaré en otro lugar, con otra gente, en otra universidad, o en casa, ¿quién sabe qué? 

Con más de once trienios de vida universitaria, bien merezco el descanso; pero lo que mi interlocutor ignora es que la gente cuando se jubila envejece más de prisa, en muchos casos enferma, y el porcentaje de los que se suicidan es más alto que en cualquier otro intervalo de edad. Aplazar la jubilación o sustituirla por otra actividad remunerada, (no de ocio), no sólo es rentable para Hacienda, sino bueno para la salud. 
 
“Activos mentalmente, activos socialmente, activos físicamente”, he dicho a los viejitos mexicanos, en un encuentro organizado por la universidad de México. Y cada vez que me invitan para hablar sobre el tema, observo los avances de personas “jubiladas”, que están aprendiendo idiomas, manejan las nuevas tecnologías, o cultivan la pintura y la literatura. ¿Sabían que el aprendizaje también es salud? La actividad profesional, según las investigaciones más recientes, aparece como una condición protectora del deterioro cognitivo y la demencia, mientras que la jubilación se convierte para muchos en un factor de riesgo. 

¿Qué hacer, por tanto? En un momento de crisis de empleo ¿debería existir un derecho al trabajo independientemente de la edad?, ¿por qué no han de trabajar los viejos?, ¿es posible mantenerles trabajando?
 La jubilación que ha sido concebida como un deber, debe convertirse simplemente en un derecho. Por eso yo, no me jubilo.