Amistad o Poder
El desarrollo
humano ofrece dos alternativas, la Amistad o el Poder. El Poder conduce
a un Yo con ideología de dominación, y
la Amistad conduce al misterio de la existencia, al sentido de la vida.
Itaque, non
aqua, non igni, ut aiunt, pluribus locis utimur quam amicitia”. (De amicitia
VI,22). “Ni el agua, ni el fuego son más útiles que la amistad”; dice Cicerón
en el De Amicitia. (Ni el Aceite, ni el Vino son más necesarios que la
amistad, me atrevo yo a decir).
Gracias a los
amigos recibimos auxilio cuando nos faltan palabras para medir la altura de la
alegría o del dolor. Su mirada tiene un inagotable poder reparador. La amistad
es sabiduría. Estoy hablando no de una “amistad” interesada y convencional,
sino de una experiencia radical de gratuidad.
“Ecce sto ad
ostium, et pulso: siquis audieris vocem meam, et aperuerit mihi ianuam, intrabo
ad illum, et coenabo cum illo, et ipse mecum (Ap 3.20). “He
aquí que estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y abre la puerta,
entraré y cenaré con él, y él conmigo”. El que encuentra un amigo, tiene un
tesoro.
La amistad para
que tenga efecto, requiere de un cultivo diario, como las Oliveras Centenarias que nosotros cultivamos. Por eso no es posible tener muchos amigos. La amistad
requiere intimidad.
La verdadera
gramática de la vida es el compartir. En este sentido, la Escuela inglesa de
Psicología Clínica señala como criterios de Salud Mental, la capacidad de Dar y
Recibir. El que no da nada, no es una persona sana. Todos tenemos algo para
dar.
Déjenme que
rompa una lanza por un colectivo de profesionales que lo dan todo. Me refiero a
la Organización “Médicos sin Fronteras”, a la que yo pertenezco. Ellos se juegan
la vida todos los días. Sólo hay que mirar la ayuda que prestan a los
refugiados en estos momentos.
Por mi parte,
puedo decir que tengo Amigos. Vosotros sois mis amigos.