El Grito de un Olivo
Oliveras Centenarias del Sur de Europa, son arrancadas de cuajo y
vendidas como adornos para jardines, urbanizaciones, rotondas y campos de golf.
Un alto porcentaje no soporta el trasplante y muere por el camino. Pero el
negocio va en aumento a pesar de que cada vez quedan menos de estos árboles.
Es “la desesperación
de los olivos en el mapa de Europa” que diría Machado.
La Comunidad Valenciana ha decidido prohibir el arranque de las oliveras
centenarias. No ocurre lo mismo en
Murcia, donde todavía hoy se permite su desarraigo y venta.
Un grupo de profesores universitarios, estamos trabajando para que se apruebe
una declaración que proteja a los viejos olivos.
Icíar Bollaín en
su película El Olivo, refuerza
nuestra petición. El protagonista de esta película es uno de los personajes
más fascinantes del universo: un olivo. La historia de un árbol centenario
arrancado de un Olivo del Bajo Maestrazgo, en el Mediterráneo, para ser
trasplantado como adorno en Düsseldor, Alemania.
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Drama,
amor y humor en torno al problema del expolio de árboles milenarios. Así es
El Olivo, que se estrenará el próximo 6 de mayo. Sólo el trailer ya es un
canto en contra del arranque de los viejos olivos al señalar de ellos lo más
importante. No son sólo árboles. Son paisaje, cultura, sentimientos, raíces,
biodiversidad…
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Y mientras los señores del
mercado y la motosierra hacen de las suyas, un grupo de ciudadanos
comprometidos con la Cultura, protegen a las Oliveras Centenarias, hasta
que los nuevos Regidores de la Región de Murcia decidan cumplir con su deber.
Nosotros las cuidamos como si tuvieran alma, que la tienen; y le
damos un nombre a cada una para defenderles de los señores del mercado y
la motosierra. En el tronco de cada olivera de Cortijo Blanco, con más de 300
años, hay una placa con su nombre: Atenea, Generosa, Alborada, Galana,
Santa, Airosa, Bella, Recatada, Licenciosa, Delicia, Fortuna, Sultana,
Areté, Betania, Encantada, Aria, Henar, Ángela, Diana, Aurora, Meona, Albina,
Alezeya…
Estas Criaturas Centenarias hablan. Son árboles
que se retuercen y gritan. La visión de un árbol caído, abatido, resulta
inquietante para la mirada humana. Una excavadora arrancando de raíz los olivos
centenarios es, además de una barbaridad ecológica, una profunda humillación
que se lleva todo por delante.