viernes, 11 de mayo de 2018



                              
DEJA QUE ME RÍA 

 Entre huelgas, manifiestos y reuniones transcurría la mayor parte del curso en la Universidad de Barcelona, donde yo era popular en aquellos años del antiguo régimen. Un piquete de estudiantes interrumpe la clase un jueves por la mañana, porque habían convocado asamblea para apoyar la resistencia de vietnamitas, checos, Chilenos, seguidores del Che...

 El profesor manifiesta que si los alumnos no quieren que haya clase, él no tiene nada en contra. "Pero he de decirles a ustedes que  ejerciten los músculos risorios, y tendrán menos problemas en la vida", dijo. 

Este hombre estaba en lo cierto, aunque fuera calificado de "pasota" entonces ¡Siempre se da uno cuenta de las cosas demasiado tarde! Ahora que inevitablemente e inadvertidamente me hecho mayor, he aprendido a reírme incluso en situaciones difíciles, como cuando algún “jefe” trató de ponerme firme, precisamente en la “Escuela de Mandarines”, hija putativa de la iglesia del medievo.

Deja que me ría  ante tanto mediocre en el sillón del poder, cuando esta Región, dejada de la mano de Dios, invita al llanto.
Deja que me ría, repito; al menos hasta que surja de nuevo la esperanza.