martes, 14 de junio de 2011

Día de la Región: El Estancamiento

Creo que me estoy volviendo raro, tal vez sea una enfermedad de la sangre o una malformación política-ideológica. Pero estoy cada día más forastero; sufro un déficit de “murcianía”, y no me identifico con lo que nuestros gobernantes consideran señas de identidad. Ojeo la prensa y veo a los mismos personajes, unas veces de perfil y otras de frente, pero siempre los mismos. Una mirada -irónica pero penetrante- cae de nuevo sobre el "Cardenal" de la UCAM, o sobre ese Alcalde al que le falta sal. Otra o quizá la misma mirada irónica pero tierna- enciende, entre otros personajes, al Rector de Obras Públicas con su displicencia y desdén hacia el poder y la imagen.

Parece como si aquí no pasara el tiempo: los mismos discursos, las mismas medallas, los mismos sillones, los mismos papanatismos. Creo escuchar a Ruiz Vivo cuando oigo hablar de “murcianía”, es decir, del espíritu de la murcia-profunda. Pero no, no. Son otros quienes ahora utilizan esa horterada para exhibir su hoja de servicios: “Cubriré una etapa trabajando desde la murcianía”. “Ahora amo más a Murcia”. “Murciano hasta la médula”… ¡Qué expresiones tan llenas de ternura y clarividencia!

Ante los nuevos libertadores, yo me declaro inmigrante: ucraniano, senegalés, marroquí o ecuatoriano, no tengo tendencia definida. El principal problema que tiene nuestra región es otro muy diferente que no se nombra: el estancamiento. Es un tema del que no se habla, pero es un síndrome típico de esta tierra. Ante un modelo de crecimiento insostenible e irresponsable, la confusión entre lo público y lo privado, o la “confiscación” de nuestro patrimonio natural, existen demasiados signos de resignación. El déficit cultural que sufre esta región, -de esto no tengo la menor duda,- no es precisamente motivo para vanagloriarse de “murcianía” o “murcianismo exigente”, últimos hallazgos lingüísticos de los “políticos del cambio”.

Pero, ¿saben qué? Me están dando ganas de gritar Viva Murcia, yo que nunca fui nacionalista. Tengo miedo de quedarme como un emigrante más, a los pies de Berlusconi. Desde hace unos días contemplo mi déficit de “nacionalismo”, viendo las caras con las que me miran los demás. La mirada del otro se convierte en el espejo donde te miras. Es la mirada del miedo a la murcia-profunda, y su práctica inquisitorial con quien se sale de parva. Yo invito a estos nuevos conversos, -que contabilizan todavía a diario los votos de los que no les votaron-, a que tiren de hemeroteca y recuerden el origen oculto de tan ominoso concepto.

Los políticos con su peculiar lenguaje, han dejado al desnudo el alma murciana: la gente va emitiendo su veredicto sobre nosotros, “los no nacionalistas”, disidentes, emigrantes, o ciudadanos del mundo pero sin “murcianía”. El asunto empieza a cobrar tintes paranormales, pero a nadie causa asombro lo movedizo de las conciencias. Aquellos que apoyaban la internacional, son ahora los más beligerantes, convirtiendo a “Murcia Acoge” en una entelequia.