sábado, 18 de junio de 2011

Luciérnagas



A las cinco de la tarde

cuando el resplandor se queda sin brillo

y el jardín se sumerge en el último hervor clavado del día.

Oigo el grupo bullicioso de niños

que salen a cazar luciérnagas

corriendo sobre el pasto

se dispersan entre los arbustos,

gritan su excitación, palpan su deslumbre.

Se arma un círculo alrededor de la pequeña

que muestra la encendida cuenca de sus manos.

Titilando.

Antiguo oficio humano

este de querer apagar la luz.

¿Te acuerdas de la última vez que

creímos poder iluminar la noche?.

El tiempo nos ha vaciado de fulgor

pero la oscuridad

sigue poblada de luciérnagas.


Gioconda Belli