lunes, 31 de octubre de 2011

EXPERIENCIA DE LA MUERTE

Experiencia personal de muerte no tengo, afortunadamente. Y nadie tiene experiencia de la muerte, si no ha muerto. Pero yo que, inevitablemente e inadvertidamente, me he convertido en adulto mayor, sí puedo decir con certeza que he reunido una gran experiencia con motivo de la muerte de otras personas. He tratado de hacer memoria sobre mis contactos con la muerte. Y, efectivamente ya con ocho años de edad asistí de madrugada a la primera experiencia. Después cabe destacar la muerte de dos personas más en el medio familiar, y de otras a quienes he tenido que ayudar en estado terminal. Mi presencia en un accidente de tráfico con resultado de muerte, la muerte reciente de algunos amigos... He encontrado una mujer joven que ha estado a un paso de la muerte: se ha cortado las venas, ¡intentaba poner orden en su vida!

Por mi parte, nunca me preocupó la muerte, incluso prefería morir joven. Por eso cuando surgían situaciones de “peligro” o de “riesgo” no me importaba. En la vida social y profesional no medía el peligro, lo utilizaba como una diversión, jugaba con él, lo tocaba, lo atraía y lo manejaba... ¿Es que es tan malo morir? ¿Es la vida una tragedia como pensaba Unamuno, o una “pasión inútil” según algunos existencialistas?

Hoy hablar de la muerte no está bien visto. Otras épocas crearon diferentes remedios y consuelos: la inmortalidad del alma, la serenidad del sabio, la supervivencia en los hijos y en las obras... La nuestra ha creado la estrategia del silencio. Lo que estoy haciendo aquí es transgredir la norma. No debe hablarse de muerte, ya que resulta imposible sostener con nuestras frágiles y débiles convicciones.

Llevo bastantes meses recogiendo información de los más ancianos sobre la Muerte y el sentido de la Vida, ellos que te hablan de la muerte sin miedo. Sólo temen la invalidez o convertirse en una carga. Les hago dos preguntas:

1ª. ¿Si Usted volviera a nacer, qué haría? En general dicen: “Si naciera de nuevo, disfrutaría más de la vida, no perdería el tiempo en” tonterías”, haría más viajes...

2ª. ¿Usted que ha vivido ochenta años, noventa y cinco años… ¿por qué merece la pena vivir? Las respuestas son variadas, pero hay una coincidencia en la respuesta de mujeres ancianas de Murcia, y la que me han dado ancianas de otros países. Dicen lo mismo y con las mismas palabras: “Para Amar, Trabajar y Disfrutar.” Me basta con esto. Es más de lo que esperaba. Aprendieron en la vida que hay que ser útil, que disfrutar no sólo es lícito sino obligado, y que amar es la mayor de las experiencias.

Por mi parte, puedo decir que creo en la posteridad. Pero, ¿qué ocurre después?, ¿hay algo más?, preguntan algunos con insistencia ¿A mí me lo preguntas? Yo no espero nada de quienes, en su ignorancia, dicen saberlo.

Por eso, cuando de pronto, a media noche oigas pasar una invisible compañía, no lamentes tu suerte. Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, saluda con emoción, mas nunca con lamentos y quejas de cobarde, la música exquisita. Es la visión de tantos sabios pacifistas que en el mundo han sido.

¿Qué más quieres que haber vivido y ayudado a vivir?