domingo, 15 de enero de 2012

MI ÚLTIMA VOLUNTAD

Hace unos días, en una ciudad de Murcia, un joven se quitó la vida. Era universitario, sus calificaciones destacaban, disponía de acceso a Internet, y los Sábados salía en su propio coche a disfrutar de un ocio merecido. Pero, ¡se quitó la vida! Y no es un caso aislado. El número de jóvenes que piensa en el suicidio o ha intentado llevarlo a cabo, se ha triplicado en los últimos años, hasta convertirse en la segunda causa de muerte en la adolescencia. El detonante suele ser siempre el mismo: el estrés cotidiano y las alteraciones del estado de ánimo, que afecta a dos de cada diez jóvenes ¿Y por qué?

Sólo se me ocurre una respuesta: La sociedad actual se ha hecho fría y “competitiva” en el peor de los sentidos, carece de humanidad y calor, mientras despacha abundantes dosis de presión, angustia y estrés. El problema de fondo es la desesperanza ante el futuro, agudizada en estos momentos de Crisis, precisamente cuando se están produciendo cambios sociales que afectan a la concepción del mundo, los valores éticos y las creencias políticas y religiosas. De esta forma, por un lado aparecen nuevos “estresores”, y por otro, disminuyen los factores de protección. La ambigüedad de la familia moderna, también fuente de estrés en estos casos, se ha instalado como un ariete que acaba abriendo grietas en los muros de la formación de la personalidad.

En general, los padres desconocen ese estado de ebullición en el mundo interno de sus hijos, debido la falta de diálogo. No acostumbramos a escuchar lo que los hijos dicen; y aunque normalmente el chico/a no suele expresar con palabras lo que siente; su mirada, sus gestos, su cuerpo está pidiendo socorro. ¡Hay que escuchar por los ojos! Pero es que además los chicos necesitan modelos que imitar, estilos de vida capaces de contagiar las ganas de vivir; y con frecuencia no los encuentran en sus progenitores. Los jóvenes adolescentes hacen lo que ven hacer, no lo que les dicen que hagan.

A pesar del drama personal que subyace en cada joven que intenta quitarse la vida, la sensibilidad de las instituciones públicas, y consecuentemente los recursos dedicados a ello son casi inexistentes. Este problema no está recibiendo la atención prioritaria que merece ¿Es que no deja votos?