viernes, 20 de enero de 2012

No había libertades, pero merecía la pena empeñarse en vivir como si las hubiera

En 1572 el Santo Oficio irrumpía en la universidad de Salamanca para apresar a Fray Luis de León, acusado de traducir sin licencia El Cantar de los Cantares. Le habían denunciado, entre otros compañeros, los catedráticos León de Castro y Bartolomé de Madina.

Si Fray Luis de León hubiera vivido en la actualidad, sin duda se vería encuadrado en ese grupo numeroso de profesores afectado de estrés laboral crónico. La "Escuela de Mandarines" que tantos satisfacciones ha producido en mi caso, se convierte en factor de riesgo para quienes no se someten a los principios del llamado estilo universitario. Este ha sido precisamente, el inicio de mi conferencia en Barcelona: "Les Grandeses de la Universitat", expresado, esta vez, con ironía.

De entre todas las ciudades españolas, tengo especial querencia a Barcelona. En ella estudié hace 38 años. Eran tiempos especiales, bajo el antiguo régimen, -donde te podía pasar cualquier cosa, porque no había libertades, pero merecía la pena empeñarse en vivir como si las hubiera. Parecido a lo que está pasando con el Juez Garzón , (¡qué vergüenza, tú!)

Ahora, vuelvo a Barcelona, y me produce emoción y perplejidad el trato preferente recibido de los "mandarines" de turno, que encargan a un profesor "de provincias", y "edad provecta" para más INRI, impartir conferencias al gran público.

En fín, sólo quería contar a mis amigos, que lo paso muy bien en Barcelona; y hace unos dias, emulando al Médico de la Salsa, empecé a tararear -después del partido- casi sin darme cuenta, casi alegre, algo aliviado: "Lo paso muy bien en Salamanca, lo paso muy bien en Madrid, pero Barcelona, caballero..., Barna es el Barsa.