viernes, 17 de febrero de 2012


MIEDO

Desde mi juventud aprendí que tenía que hablar, sin miedo, de lo que me importara. Y lo hago habitualmente introduciendo preocupaciones propias y colectivas en mi discurso. Nunca tuve fobia social a lo largo de más de treinta años de docencia, ni como columnista o conferenciante; pero he de confesar que ahora la situación da miedo. Los “talibanes” han decidido intimidar - y ¿quién es el guapo que no le tiene miedo a un talibán” ? "Tengo miedo, mucho miedo, miedo de quererte…".

El miedo se puede manifestar de diferentes formas: Shakespeare nos narra en el Mercader de Venecia las características peculiares de un personaje que tenía miedo a los gatos. Freud dedicó uno de sus escritos al "caso Juanito", un niño de cinco años que manifestaba un intenso temor a los caballos. Y quién no conoce a alguien que huye ante la presencia de una cucaracha. La persona que tiene miedo muestra casi siempre signos de ansiedad cuando se encuentra en presencia de quien lo produce; y siente palpitaciones, dificultades respiratorias y sobre todo temblor en las piernas. Yo puedo llorar por un ojo, porque sólo tengo el temblor de piernas.

Si "los nuestros" consiguen todo el poder (legislativo, ejecutivo, ¿también el judicial?), pondrán orden en las voces discordantes, y emulando a Los Niños del Coro, nos harán caminar todos a una, como dios manda. Y no crean que es imposible, lo ha conseguido ya Tele-Madrid; también Valencia habla con una sola voz en Canal Nou, y hay quien augura un éxito similar en Murcia ¿Saben qué? Me están dando ganas de gritar Viva España, a mí que nunca fui "nacionalista".

Estamos en una sociedad miedosa, y esto se pega; es como una enfermedad. Desde hace unos días contemplo mi enfermedad, viendo las caras con las que me miran los demás. La mirada del otro se convierte en el espejo donde te miras. Es la mirada del miedo. Uno de los efectos del miedo, decía don Quijote, "es turbar los sentidos, y hacer que las cosas no parezcan lo que son".

Propongo que se creen “unidades de tratamiento del miedo” en los centros de salud, igual que existen las unidades de tratamiento del dolor. El miedo hay que considerarlo como lo que es, un problema de salud. Y difícilmente se podrá creer que nuestra sociedad progresa si no es venciendo el miedo. Mientras tanto, me relaja tararear: "Tengo miedo, mucho miedo, miedo de perderte…".