viernes, 3 de febrero de 2012


A PROPÓSITO DEL CONGRESO DE SEVILLA

Hago recuento de los amigos que aún tengo. Perdí algunos, -por mi mala cabeza, asumía riesgos innecesarios; además hubo quien tuvo miedo a posibles sanciones administrativas por andar metido en malas compañías-, pero gané otros. Uno de estos nuevos amigos fue José Ramón Jara. Le conocí por dentro y guardo los correos que intercambiamos, porque expresan el perfil de una persona inteligente y decente. Una rara "avis" en el horizonte de tanto mediocre dedicado a la política, “… para descansar la vista y el alma de tanta mediocridad…te invito a comer, y me voy a Escocia con mi mujer y mi hija…” escribía antes del verano.

Otro día me habla de que “hay que hacer una dirección fuerte, comprometida y rigurosa…antes del cónclave, como acertadamente tú le llamas”; para al día siguiente expresar su desapego a cualquier sillón: “Las personas que no somos profesionales de la política ni queremos serlo… ¿He leído bien? “En cualquier caso, te prometo que consideraré tu opinión (como siempre la he tenido en cuenta), y que al igual que tú, también continuaré siempre en la lucha, sea desde el lugar que sea”.

Si puedes ayudarme en cualquier cosa no dudes en decírmelo. Me encuentro de baja con una ciática de caballo, pero para los amigos nunca está uno de baja…” Es su último correo. Le invito a la comida de 6 de noviembre, pero ya no contesta. Después, ya saben: tristeza y dolor para muchos. Pero también los hay que, -en el colmo de la frivolidad o de la inconsciencia-, se apuntan al "llanto" . No esperan a meditar quién era él, qué hizo y por qué lo hizo.

Aquella noche, cuando terminamos de hablar sobre su muerte, quedaba en mi cabeza una idea terrible: somos analfabetos en el tema. Y eso que algunos, por "deformación profesional", no hacemos otra cosa que pensar y profundizar en el análisis de cómo, en qué y por qué se mueven las personas en la vida.
Yo le veo de otra manera. A veces aparece en mis sueños, su figura expectante, sencilla, recta…, pero en ocasiones bravo y audaz en esta Murcia, dejada de la mano de Dios. Pasan los días, pero puedo decir que tengo un amigo, que desdeña y desprecia a mediocres, trepas y aprovechados.
Tal vez, los socialistas murcianos -que ahora buscan líder en Sevilla para un partido desconcertado- debieron tener en cuenta a José Ramón Jara ¿Por qué no siguieron esa forma de hacer política?