DEMOCRACIA MORBOSA
He hablado con personas que ocupan cargos importantes, y
siempre observo aspectos comunes, que podemos denominar "neurosis del poder". Estos personajes llevan
una actividad febril, pero les compensa “ser
importantes” y sobre todo disponer de vidas y haciendas. Viven tan obsesionados por acumular poder que en
algunos casos actúan fuera de la ley. No
es frecuente encontrar nobles ideales, casi todos buscan el cargo como un medio
para obtener beneficios.
Conversación con un diputado
Diputado: Es
un momento muy duro el que estoy pasando. En el partido me han dicho que…
Necesito algo que me dé fuerza…En fin ya sabe cómo es nuestra actividad. A
veces no se consigue dormir o te sientes nervioso, y tomas lo primero que te cae en las manos.
Ps. ¿Se siente satisfecho con su vida?
Diputado: ¿Satisfecho?,
como el que siempre tiene miedo. Mientras cuente con el partido, soy un dios;
pero si me dan de lado, no soy nadie. Uno no puede fiarse: quien hoy está
contigo mañana puede traicionarte…
Un trastorno muy
frecuente entre los que ostentan cargos de poder es la “neurosis narcisista”: “¿Pero
si dejo este cargo, qué hago? Si dejo de
ser Alcalde, necesito ser diputado. Si dejo el sillón de Consejero… Aquel
que ha sido “jefe”, que ha disfrutado de privilegios durante años, sin tener
capacidad para merecerlo, ¿cómo podrá sobrevivir sin un cargo?
Esta es la clave
del caso Dívar, presidente del
Tribunal Supremo, y brazo ejecutor de Garzón. Y también del Alcalde Cámara en Murcia, que declara mañana
como imputado. Ayer aparecía en los diarios sus fotos, como si se tratara de un mismo caso, pero son muy diferentes. Tienen en común la adicción al sillón.
Lo demás, cuesta
creerlo. No es posible que un ser tan religioso -misa diaria-, hijo predilecto de San José
María Escribá, sea capaz de aprovecharse de un euro público. Además lo hubieran visto, lleva siete escoltas. En
cuanto a Cámara, no haré caso de “dimes y diretes” hasta tanto hablen los jueces, pero 17 años en
el cargo dan para mucho. Está ahí porque le han votado, aunque los votos democráticos, a veces, pueden servir
para amparar falsedades. A eso llamo yo Democracia
Morbosa.
Estos “personajes”
que seguro lo están pasando muy mal, deben tener en cuenta que es mejor dejar
el cargo y afrontar la
situación como ciudadanos. Su carrera tan dilatada de servicios bien
merece un descanso.
Por otro lado, pienso que cuando un cargo público pierde la confianza de la gente, tiene
que irse, por muy democrática que haya sido su elección ¿Por qué no se van?