jueves, 14 de junio de 2012

DEMOCRACIA MORBOSA 
He hablado con personas que ocupan cargos importantes, y siempre observo  aspectos comunes, que podemos denominar "neurosis del poder". Estos personajes llevan una actividad febril, pero les compensa “ser importantes” y sobre todo  disponer de vidas  y haciendas. Viven  tan obsesionados por acumular poder que en algunos casos  actúan fuera de la ley. No es frecuente encontrar nobles ideales, casi todos buscan el cargo como un medio para obtener beneficios.

Conversación con un diputado
Diputado: Es un momento muy duro el que estoy pasando. En el partido me han dicho que… Necesito algo que me dé fuerza…En fin ya sabe cómo es nuestra actividad. A veces no se consigue dormir o te sientes nervioso, y tomas lo primero  que te cae en las manos.
Ps. ¿Se siente satisfecho con su vida?
Diputado: ¿Satisfecho?, como el que siempre tiene miedo. Mientras cuente con el partido, soy un dios; pero si me dan de lado, no soy nadie. Uno no puede fiarse: quien hoy está contigo mañana puede traicionarte
Un trastorno muy frecuente entre los que ostentan cargos de poder es la “neurosis narcisista”: “¿Pero si dejo este cargo, qué hago?  Si dejo de ser Alcalde, necesito ser diputado. Si dejo el sillón de Consejero… Aquel que ha sido “jefe”, que ha disfrutado de privilegios durante años, sin tener capacidad para merecerlo, ¿cómo podrá sobrevivir sin un cargo?  

Esta es la clave del caso Dívar, presidente del Tribunal Supremo, y brazo ejecutor de Garzón. Y también del Alcalde Cámara en Murcia, que declara mañana como imputado. Ayer aparecía en los diarios sus fotos, como si se tratara de un mismo caso, pero son muy diferentes. Tienen en común la adicción al sillón.

Lo demás, cuesta creerlo. No es posible que un ser tan religioso -misa diaria-, hijo predilecto de San José María Escribá, sea capaz de aprovecharse de un euro público. Además lo hubieran visto, lleva siete escoltas. En cuanto a Cámara, no haré caso de “dimes y diretes”  hasta tanto hablen los jueces, pero 17 años en el cargo dan para mucho. Está ahí porque le han votado, aunque los votos democráticos, a veces, pueden servir para amparar falsedades. A eso llamo yo Democracia Morbosa.

Estos “personajes” que seguro lo están pasando muy mal, deben tener en cuenta que es mejor dejar el cargo  y afrontar la situación como ciudadanos. Su carrera tan dilatada de servicios bien merece un descanso.
Por otro lado, pienso que cuando un cargo público pierde la confianza de la gente, tiene que irse, por muy democrática que haya sido su elección  ¿Por qué no  se van?