UN JEFE INJUSTO
El
empleado recibe un trato justo cuando el superior tiene en cuenta sus puntos de
vista, comparte información relevante para la toma de decisiones y trata de
forma ecuánime y sincera a las personas de su equipo ¿Es así como te trata tu
jefe?
No es tanto
una cuestión de palabras, como de actitudes. Entre el trato injusto y el acoso
laboral cabe una amplia gama de situaciones que comienzan en todo caso con una
actitud de menosprecio a la capacidad o la calidad de la aportación del
empleado. Un estudio realizado por investigadores suecos ha puesto de manifiesto
que los empleados tienen la tensión arterial más baja cuando trabajan con un
jefe al que perciben como justo y ecuánime.
Para comprobar
si esa bonanza laboral se traduce en una menor tasa de episodios
cardiovasculares era preciso separar este factor de otras posibles causas como
el tabaquismo, la obesidad o el sedentarismo. El estudio se ha realizado en dos
fases; en la primera se identificó a las personas que tenían la percepción de
sufrir una situación laboral injusta, y en la segunda se hizo un seguimiento de
su salud cardiovascular teniendo en cuenta en cada caso si existían o no otros
factores de riesgo. Ha quedado demostrado que en igualdad de situaciones, las
personas que sufren estrés por sentirse tratadas injustamente en el trabajo,
tienen mayor incidencia de enfermedad coronaria.
A la mayoría
de los trabajadores les importa mucho el trato de sus jefes. En una sociedad en
que todos los signos tienen valor, el mero trato formal ya transmite categoría
y valoración social, de modo que la falta de justicia comporta una sensación de
opresión que produce mucho estrés.
Entre los
empleados que tienen un jefe injusto, el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares
es muy superior (30% de casos). El aumento del riesgo es atribuible al trato
injusto exclusivamente, y es independiente de factores como la edad, el estado
civil, el nivel educativo, o la posición socioeconómica; y también de factores
endógenos como el nivel de colesterol, la obesidad, el tabaquismo, la
hipertensión, el consumo de alcohol o la baja actividad física.
Ha quedado
descartado incluso, que el riesgo tenga que ver con otro factor que a veces
provoca estrés, como la sobrecarga o la falta de correspondencia entre esfuerzo
y recompensa.
Dime cómo está
tu corazón, y te diré quién es tu jefe.