SU GENEROSIDAD CAUTIVÓ A MUCHOS
Generoso,
interesante, atractivo, espiritual, artista,
un ser sensible, fuera de lo común... No ahorran calificativos los que
le conocieron o fueron alumnos suyos, para describir al profesor de Arte,
Javier López Navarro, que era diferente.
“En
estos momentos mi corazón sufre al saber lo que le ha pasado y de qué forma”,
escribe una profesora. “Siento su muerte, porque de alguna forma revivo una
parte de mi vida con Javier, al que
conocí como un ser espiritual, con la seguridad de que existía más vida...”
Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la
próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me
relajaría más... Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más
atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Yo he sido una de esas personas que ha
vivido demasiado sensatamente cada minuto de su vida. Claro que tuve momentos
de alegría, pero si pudiera volver atrás, trataría de tener solamente buenos
momentos. Si no lo sabes, de eso está hecha la vida, sólo de momentos. Si
pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de primavera y
seguiría así hasta concluir el otoño. Contemplaría más amaneceres, jugaría con
más niños, disfrutaría más de los paisajes naturales, de las noches de luna,
del encuentro con personas profundas e íntegras, si tuviera otra vez la vida
por delante… Es el perfil de un hombre crítico con esta
sociedad frívola y estúpida. Sus hijos José Javier y Rocío tienen un guía. Otra vez oigo las mismas cosas: “Javier era un hombre
muy atractivo y con una conversación muy interesante”, “nada dogmático…” “En
algún lugar se encuentra su energía”, me dicen.
Era un viernes
por la noche sobre las doce menos diez. Los
que presenciamos el accidente, sufrimos mucho. No hay derecho, no hay
derecho..., me decía yo a mí mismo. Alguien me envió un correo: “espero que al
menos no sufriera y su agonía fuera rápida. Lo siento por sus hijos, sufría
mucho por ellos”.
Ha
sido noble, excesivo, formidable, imposible, grande generoso, singular,
profundo, extraordinario… Bien puede decir ahora Javier, con toda razón: “Confieso que he vivido”.
Con motivo
del juicio celebrado el pasado día 8 de Enero de 2013, (han condenado al principal causante del atropello), recobra especial relieve la muerte del
profesor López Navarro. Publiqué entonces una columna, con el título “Maldito Tranvía”, pensando amargamente
que la desgracia había sido también para mí. Hoy, día aireado y
airado de Enero, meditaba yo en estos “juegos” de la vida que nunca pude
entender, cuando de repente recordé al generoso y espiritual artista, que se
fue tras de su sueño.